sábado, 1 de mayo de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En la estación

 

                               


 

Un hombre dio un repique largo con la campanilla, (la campanilla estaba junto a un reloj redondo que marcaba las horas con números romanos). Lo finalizó con dos toques espaciados.

-         Pedro, - el hombre, levantó la voz -, dale la vía dos; al correo, que viene a su hora, lo metes por la uno.

Pedro, se dirigió a una pequeña habitación elevada sobre el suelo de la estación y manipuló unos a artilugios a modo de ruedas que enrollaba unas cadenas gruesas. Pedro, enjuto, mal encarado, se tocaba con una gorra de tela, viciada hacia un lado…

-         De arriba, comentó otro hombre que estaba un poco retirado y casi en la puerta de la cantina.

-         ¿Qué?

-         Que el tren viene de arriba, le contestó al niño que le había preguntado de manera mecánica. Cuando después del repique da dos campanadas es que el tren, le dijo, viene de arriba; si da solo una, entonces, es que viene de abajo.

-         ¿Y eso que es?

-         Arriba, le explicó con calma, es el norte; abajo, el sur. La estación más próxima es la de Las Mellizas por el norte; si es de abajo, Pizarra.

-         Ah, replicó el niño sin ninguna convicción…

-         ¿Por dónde viene el tren? Preguntó.

-         Por la vía.

El niño se sintió incómodo con la respuesta. Y replicó:

-         Eso ya lo sé. Digo que por dónde viene…

En ese momento el timbre de las balizas del paso a nivel comenzó a sonar con intensidad. Era una señal que bajaban las barreras. El tren estaba cercano a la estación.

-         Debe venir, dijo, por la Vega Redonda, más o menos. Si el disco (al semáforo de la vía, lo llamó, disco) está verde es que tiene vía libre y puede pasar de corrido, sin pararse; si está amarillo (al ámbar lo definió así) entonces eso indica precaución y deberá parar. Si está rojo, tiene que detenerse allí mismo.

El niño lo seguía sin mucha atención. Hay otro segundo disco, le explicó, ese está en los sifones de los Callejones, casi a la entrada de la estación…

Al poco, una máquina de vapor negra y enorme arrastraba unos vagones con las portezuelas cerradas y que traían la carga dentro. El tren entró por la vía señalada. Se estacionó. Dos hombres, con la cara ennegrecida por el carbón, se asomaban a la barandilla…

 

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