jueves, 14 de enero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Calés

 


Viajan en el tren. Lee el periódico. Se sube un calé que se sienta justo al lado, y echa el ojo a lo que lee el payo, está tan encima, que casi le roza el hombro y le echa el aliento… La situación, con el movimiento del tren, cada vez se hace más insostenible.

-         Llega a Barcelona – lee el payo en voz alta - un barco cargado de picos y palas…

-         Lée pa ti, compare…

 

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-         Maestro, el Rafaé,  ha fango una libre

-         Rafael, ‘¿eso es así?

-          Que no, maestro, que no, palabrita del Niño Jesús. Yo tenía un cajón con yerba en la cuadra y la liebre vino y se metió en é

-         Ya, ya, eso mismo pensaba yo.

-         ¿Ves? el maestro me cree, y tú, no.

 

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Años duros de represión. El cuartel está al final de la calle. Lo llaman. Los ‘compañeros’ congregados, aguardan en las inmediaciones a que termine la visita… Sale. Viene en silencio,  cabizbajo, con cara de pocos amigos, calle adelante se le van uniendo. Impera el silencio. Uno, por decir algo, lo rompe…

-         ¿Y, qué te han preguntao?

-         Na. ¿Ahí preguntan?

 

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Se acerca a la mesa:

-         Maestro, ¿tú sabes por qué va tanta gente alumbrando a las Animas el Viernes Santo por la noche?

-         Por devoción, por promesa, por fe… creo yo

-         No, maestro, porque si uno, va un año, y al otro falta, las Ánimas le salen por la madrugá y vienen  y se lo llevan pa siempre.

-         ¡Lagarto, lagarto!

 

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 Hablan entre ellos:

-         ¿Y de qué murió el Manué…?

-         Na, en una pelea

-         ¿En una pelea?

-         Es lo que dice ahí, mira: se pelió a las cinco…

 

 

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Noches de diciembre gélidas. Los alrededores de Campanillas, en la margen izquierda del Guadalhorce, se siembran de alcachofas. Desde los Asperones, cada noche hacen la oportuna visita para tener asegurado el abastecimiento de las ‘puertas de los mercados’ de la capital, a la mañana siguiente. Los agricultores se organizan en cuadrillas. Calé que pillan, le dan un ‘apaño’ y al río con ropa… Una noche, trincan a uno. En su desesperación grita a pleno pulmón:

-         Llamad a los civiles, llamad a los civiles….


 

 

 

 

 

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