lunes, 4 de enero de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Señorita Laura

 

 

 

                         


 

Acaban de cumplirse 34 años de su fallecimiento. Fue el último día de 1986. Diciembre llegaba  a su final y ella – Dios – ponía el cierre a una vida de entrega y dedicación a las personas más necesitadas.

Laura Aguirre Hilla nació en Málaga (23 de febrero de 1901- Alora 31 de diciembre de 19869. Hija de un embajador de España, de una familia acomodada  que le dio una educación esmerada (Esclavas, Magisterio y Bellas Artes en Madrid), de manos de su tía, al haber quedado muy pequeña huérfana de madre.

Desde muy joven, comienza una labor de altruismo hacia los más necesitados y la desarrolla dándose a los pobres en el Pozo del Tío Raimundo en Madrid, a través de las Misioneras del Padre Soto.

En 1949 llega a Álora, y acoge a niñas que por circunstancias de la vida lo necesitaban más que otras. Viven, sucesivamente, en las calles de La Parra, de Atrás, Convento de Flores, Plaza Baja de la Despedía, y Avenida Pablo Ruiz Picasso. En 1969 consiguen terminar la residencia en la barriada de Poca Agua. Son años de mucha estrechez económica, pero de gran riqueza espiritual, trasladando a cuantos la conocieron, un espíritu cristiano de resignación, dulzura, trabajo y sacrificio, siempre en bien de los demás.

 

El pueblo de Álora comenzó a reconocerle en vida su labor de diferentes maneras: Camarera de Honor de Dolores Coronada, y el Ayuntamiento, en 2007, la nombra Hija Adoptiva de la localidad. El 23 de noviembre de 2007, se inauguró con el nombre de “El rincón de Laura Aguirre”, un monumento como homenaje a su persona y a su obra.

 

Pero la autentica labor de la Señorita Laura como se conocía en el pueblo, estuvo marcada por su entrega, por su sencillez y por la manera de darse a todas las personas que la necesitaron en su vida, especialmente, hacia las niñas necesitadas.

 

El Obispado de Málaga, ha abierto una causa de reconocimiento público de lo que fue una vida de santidad, pero que sigue los pasos burocráticos, que en este caso manda la Santa Sede, como son Sierva de Dios, Beatificación y como epílogo el reconocimiento público de la Santidad, elevándola a los altares. Indistintamente de lo que diga la ‘oficialidad’ de la Iglesia institución, para la Iglesia pueblo de Dios, la Señorita Laura está considerada como una santa.

 

 

 

 

 

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