sábado, 1 de agosto de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cabañuelas



                                       



La sabiduría popular dice que hoy, primero de agosto, ha comenzado el calendario de las cabañuelas. Es algo basado en la observación del comportamiento que hacen los fenómenos meteorológicos: dirección e intensidad del viento, cielos entoldados o limpios de nubes... Algo que carece de parámetros científicos.

Hace unos días Juan Gaitán hablaba de olas y vientos y sacaba a colación una excelente definición del rebalaje afirmando que es “donde el mar resbala y se vuelve a caer sobre sí mismo”. Sin que tenga nada que ver con las cabañuelas en la que fundamentaban su predicciones los hombres del campo. A Aemet (que lo sabe casi todo, una cosa es que acierte o no) dice que tenemos la primera gran ola de calor del verano… Ha informado que en mi pueblo, o sea en Álora, hoy no se prevén precipitaciones y que las temperaturas serán elevadas y sofocantes. En las dos, ha acertado.

También están en su acierto cíclico las higueras ahítas de frutos. Maduros, los higos, chorrean miel  y cientos de abejas liban el néctar plácidamente. Acuden de todos sitos. Comparten mesa y mantel  tordos, mirlos, pajarillos pequeños y, otros, que no sé de dónde vienen ni a donde van pero que hacen parada y fonda entre las frondas de sus hojas grandes, generosas y verdes.

El campo está agostado porque es agosto, porque hace mucho calor y, porque de lo que llovió en la primavera, ya sólo queda el recuerdo. Dicen los que saben que han empezado mal las cabañuelas. ¡Con lo que tenemos encima!

La sombra de la higuera es generosa. Zumban las moscas y los tabarros. A esos bichos no les tengo ningún cariño. Los entendidos afirman que los tabarros polinizan las plantas. Vamos que son útiles. Puede ser. A mí, no me gustan ¿queda claro, verdad?

Apuntó el sol por el Cerro de Fiscala temprano entre la calima, polvo en suspensión que viene del desierto, y el terral. El campo empezó a levantar las sombras –las sombras, madrugan menos que sol- y el saludo de los cantos matinales de los pájaros que, poco a poco, se ha ido apagando. Zurean las palomas y hay un arrullo de tórtolas en la alameda del río.

Abrasa el sol. España, - y yo- entre mascarillas y desilusión tronchamos los días en esta mediación del verano… ¡Qué ustedes lo suden bien!








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