miércoles, 1 de julio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y ahora, Cervantes






Corren vientos de analfabetos sueltos, sin bozal ni traba, sin cabestro ni jáquima. Ahora la emprenden contra Miguel de Cervantes. Una estatua levantada en su honor apareció teñida de pintura y con una palabra marcada: “bastardo”. Hay cosas difíciles de entender. Ésta, una de ellas.

Recuerdo una anécdota que se cuenta de don Jacinto Benavente. Acude a un acto. La asistencia, masiva. El gracioso de turno le lanza pildorazos. ¿El móvil?,  un cuernecito de oro que llevaba, a modo de insignia, en la solapa de su chaqueta. Insistía e insistía. Cada vez con más sorna y rintintín.  Busca resonancia en el auditorio. ¡Qué, don Jacinto! ¿un cuernecito? Al rato, vuelve con la provocación. En un momento determinado don Jacinto como quien  está distraído y sin reparar mucho en la cosa, le espetó: ¡Ah! ¿Se refiere, a esto de la solapa? Sí, contestó, y entonces don Jacinto sin inmutarse, replicó:  es un espejo…

A lo peor quien escribió la palabra sobre el monumento a Cervantes en el parque Golden Gate (Puerta de Oro) de San Francisco no se percató que podría ser un espejo… donde se reflejaba él mismo. ¡Pasan unas cosas!




El hombre que escribió aquello de:  “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres." El Quijote”, II Parte,  cap. 58.

¿Este hombre bastardo? ¿Este hombre racista? Por cierto, Cervantes que sí estuvo en Lepanto y preso en Argel, en Sevilla, y en Valladolid, lo pasó muy mal en su tiempo, pero nunca estuvo en América  a pesar de haber pedido un puesto de funcionario en aquellas tierras.

¿Cuántos de estos intransigentes habrán leído El Quijote? Puede que sobren muchos dedos de una mano. Cervantes nació en Alcalá de Henares en 1447 y murió en Madrid 1516. Lo enterraron el 23 de abril, acudió poquísima gente a su sepelio en el convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, hoy, Barrio de las Letras. Se han buscado con ahínco sus restos. No han aparecido… ¿Y vienen a vilipendiarlo? ¡Amos, hombre, te quiés í…!







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