miércoles, 15 de abril de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mañana



                                        



No era una mañana con sol y pájaros cantando, no. No era una mañana de primavera con flores en los bordes de la carretera y olores de celindos que venían del otro lado de la tapia, no. No era una mañana de mimosas rendidas por el peso de las flores, ni buganvillas ahítas de colores, no. No era una mañana de primavera con gente alegre por la calle que iban o venían de su trabajo, no.

Era una mañana entoldada y un poco fría. La lluvia caída con fuerza durante toda la noche, había sembrado de charcos la calle y cuando, de vez en vez, pasaba un coche, el agua salpicaba y llegaba a varios metros de distancia.

La radio mañanera en su predicción, habló de alerta naranja y que luego, al mediodía, viraría a amarilla. Los colores eran una manera de informar a los ciudadanos que podrían caer un número determinado de litros de agua y que eso era a modo de orientación.

El arroyo bajaba turbio. El arroyo que nace en las estribaciones de la sierra, como un vericueto casi insignificante, se alimenta, se engrosa con correntías que bajan de las cañadas saltando de piedra en piedra que se forman en la quebradas. La orografía tiene algunos caprichos acentuados por la erosión que los forma de esa manera.

Luego, el arroyo después de recorrer un trecho, llega hasta el río que por las avenidas de otros arroyos también traía esta mañana mucha turbidez en sus aguas. La turbidez la proporciona el limo agitado. Cuando cese el periodo de lluvias y se amansen se convertirá en agua clara. En otros sitios, por mor de la mano del hombre, que vierte otras cosas, casi nunca se vuelven claras.

Era una mañana con un tinte de tristeza en su aire. Acucian problemas a los que se les ve muy pocas salidas, o si alguien las intuye las pone tan lejos, tan lejos, que parece que su tardanza va en proporción a la desesperanza para su solución.

Le he dicho a algunos amigos que no me envíen más mensajes, porque para desinformarme ya tengo algunas televisiones, los cantos de los agradecidos y las noticias falsas que se inventan otros. No quiero seguir incrementando el amargor que de por sí, ya flotaba en esta mañana rara, lluviosa y de vientos revueltos.  






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