lunes, 9 de marzo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El río Evros




                                 


Las imágenes son terribles. Entre la bruma amanece, un río caudaloso, el Evros, unos tarajes semidesnudos de hojas (es invierno), una corriente de agua que no se detiene…Enfrente, entre la niebla, hogueras dispersas. En este lado, un camión cisterna abre un chorro de agua disparado con una manguera. Intenta dispersar a la gente…

Es gente con nombre y apellidos. Han huido de Siria. Ahora de donde huyen es de Turquía. Vienen a Europa. Es la nueva tierra de promisión en la desesperanza humana. Ni allí ni aquí los quieren. No los quiere nadie. Es el drama de los refugiados. Uno de los muchos dramas que azotan con la maldad de unos hombres, la impotencia y el desamparo de otros.

Hay niños. La imágenes parten el alma. Algunas almas parece que son de un compacto que cuesta mucho trabajo romperlas. Vamos, que no se rompen. Ellos huyen. Lloran un destino que al igual hace unos años ni soñaron que podría  pasarles.

Hay también otra frontera. La forma las aguas del mar que baña las costas turcas y griegas.  Son aguas azules y tienen la belleza paradisíaca de esas a las que uno alguna vez soñó que iría para conocer de cerca las culturas milenarias que formaron occidente. Los hombres de ambas orillas y otros que viven cómodamente tierra adentro, se han encargado de echar sobre ellas una pátina que llamamos olvido.

Los países ricos hacemos con demasiada frecuencia de cimbel. Alguien diría que miramos para otro lado. No estoy de acuerdo. Miramos para el interior de nuestros intereses y no hay voluntad de resolver problemas cada día más enconados y con más hedor en sus heridas.

Toda esta comedia de glamour y tonterías con que nos están adormeciendo tarde más o tarde menos, va a terminar en un drama tremendo. Bueno, es una redundancia, todos los dramas son tremendos. A veces, nuestra sinrazón es la razón que mueve a la desesperación a muchas personas. La imágenes impactan. Niebla al amanecer. Gente que huye… La guerra de la otra orilla que queremos convencernos que no es la nuestra. Lo dejó dicho el Maestro Alcántara:  “No digo que sí o que no / digo que si Dios existe / me debe una explicación”.





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