lunes, 30 de marzo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Maldición






El Nilo es el río sagrado de Egipto. Viene desde las montañas lejanas en tierras de etíopes, donde las grandes cataratas vierten tanta agua, que forman uno de los cauces más grandes y míticos y al que le dan diferentes nombres, debido al color que toma del limo de las tierras  que atraviesa.

El griego Heródoto llamó a Egipto ‘don del Nilo’. Las crecidas periódicas del río fertilizaba sus tierras. Estas inundaciones de la tierra llana eran tan importantes que luego, una vez vueltas las aguas a su lecho, un equipo de experto trazaba de nuevo las lindes de las heredades y  les señalaban las propiedades a sus dueños.

Egipto tuvo un pasado esplendoroso. Estuvo gobernado por los faraones a los que adoraban como encarnaciones de sus dioses. Ante ellos todos se arrodillaban. Su poder era absoluto.

Dejaron como vestigios de aquel pasado, construcciones tan asombrosas entonces,  que cuando algo hoy es grande, muy grande, se dice que eso es una construcción ‘faraónica’.

Algunos además, – porque ellos creían en la reencarnación – mandaron hacer tumbas espectaculares para asegurarse que un día volverían. Varias de esas construcciones tomaron forma de  ‘pirámides’ y fueron – y son -  el asombro de cuantos se han acercado hasta ellas…

Otros buscaron el lugar del enterramiento en el Valle de los Reyes. Junto al cadáver del faraón ponían comida, ropas, joyas… Un reclamo ideal para ladrones, profanadores de tumbas y gente de mal vivir.

Existen leyendas y maldiciones acerca de todo aquel devenir donde el pillaje era algo común. Esas maldiciones se han extendido a través del tiempo. No todas son verídicas y encierran mucho de fantasía y leyenda. Entre otras, la de Tutankamon

Tutankamon murió joven. Gobernó durante poco tiempo y lo hizo bastante bien. Su muerte probablemente fue causada por una enfermedad vírica en una pierna. Llenó su tumba de tesoros y dejó una maldición que recaería sobre quienes la abriesen.

Esa leyenda se ha extendido a través de los tiempos. Los historiadores dicen que es falsa, así que si alguien por los tiempos que corren y por cierto runrrueno que corre por ahí, aguarda alguna esperanza de venganza, pues eso, como que no. “Al buen entendedor…” Lo dice el refrán.




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