sábado, 28 de marzo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Urbanitas





Lo dice el Evangelio: “Mirad los pajarillos, no siembran, ni cosechan, ni almacenan en graneros… y sin embargo , el Padre los alimenta. Dios que está en todo, vio que los pajarillos de las ciudades tenían otros problemas, y entonces se valió de las personas para proporcionarles su alimento.

Son los pajarillos de los parques, los que anidan en los aleros de los tejados, o entre la frondosidad de los árboles que asombran  las aceras en las siestas tórridas de verano. Son los patos que viven en algunas ciudades que tienen ríos, y en los estanques que adornan los jardines …

Un día, un mal día se escapó un bichito malo, muy malo. Atacaba y mataba a las personas. Las autoridades mandaron que se recluyeran todas en sus casas. Se parapetaron detrás de las ventanas. Dejaron de ir a la calle, a los parques…
Los niños no se dejaban olvidados trozos de meriendas ni migajas de pan, los abuelos no se sentaban en los bancos ni echaban granos a las palomas,  las parejas no comían pipas mientras soñaban cómo iba a ser su futuro.

Los pajarillos, basureros naturales de nuestros descuidos, dejaron de encontrar su comida de cada día. Salieron de sus rincones y vieron que la gente había desaparecido como por arte de magia. Los viejos no tomaban el sol, no había chiquillería en los columpios, ni mujeres ni hombres paseando. Todo, de pronto, era de un silencio raro, impuesto. No estaba el ruido atronador de los coches y, lo que es peor, no había sobras en las calles, en el césped del parque, en los bajos de los bancos…

Se lanzaron a la desesperada, buscaban su sustento diario, y entonces los vieron por las avenidas, por las carreteras, por las autovías solitarias porque no transitaba nadie… Entre los gorriones – los más pillos de todos – se preguntaban qué podría pasar para que de pronto todo hubiese cambiado de aquella manera…

Y fue entonces cuando Dios les dijo: esto será solo por un tiempo. Dentro de poco ya veréis que todo será normal y al igual que a los pajarillos del campo, que no siembran ni tienen graneros, tampoco a vosotros os dejaré de mi mano mis pajarillos urbanitas, confiad siempre en mí, porque vuestro Dios proveerá…



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