domingo, 19 de enero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La persiana (Relato corto)


                                             
                                                         
     
                                                                       V

                                                                                     (… Viene de IV)

Un mendigo pedía en la esquina de la Cuesta de Moyano. La mirada perdida, ropas raídas, desdentado. ¿Su pasado? Desconocido. Pasó un furgón policial,  sirenas luminosas. Luego otro y otro… Frente al Ministerio de Agricultura sintió escalofríos. Estaban frescas las experiencias de la mañana. Las imágenes acudían en tropel. Se empujaban entre sí dándose o quitándose la razón.
El azar propició el encuentro con el Director General la tarde anterior. Tenían concertada una cita para la mañana siguiente. Le dijo que todo estaba resuelto. “Mañana nos vemos en el Ministerio”. Se conocían desde hacía años. Un día llegó por el pueblo cuando era aún profesor en la Universidad. Buscaba información para un proyecto de investigación  sobre la demografía en el campo en el antiguo Reino de Granada.  Le ayudó dentro de sus posibilidades. Le propició, incluso, dos visitas turísticas a Nerja y a El Torcal de Antequera.
Se habían visto, posteriormente al primer encuentro, en otras ocasiones en casa de amigos comunes. El paso del tiempo lo había llevado a un puesto en el Gobierno. Ahora el motivo de la visita eran unas ayudas de la PAC (Política Agraria Común) a las que tenía derecho. Eran vitales para las inversiones y el funcionamiento de su empresa.
Todo fue difícil, zancadillas, pegas, aportación de nuevos documentos, desencuentros. Así desde antes del verano. Una sinrazón sin visos de salida.
Próxima  la Navidad, desde primeros de diciembre, todo acuciaba. Pagos a proveedores, al personal, vencimientos, obligaciones, liquidaciones... Sabía por experiencia que los bancos quitan los paraguas los días de lluvia…
El encuentro casual con el Director General y la confirmación de verse al día siguiente y ‘que todo estaba resuelto’, hizo que, después de despedirse, llamase  exultante a la Empresa. Por fin se veía algo de luz…

                                                                                               (Continuará…)

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