jueves, 2 de enero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Bendito, bendito sea...






Dice la el Libro Grande, o sea la Biblia, que  a Dios, que siempre está pensando en muchas cosas, le dio por inventarse el mundo y entonces hizo la luz y la noche, y los peces y los mares, y los pájaros y,  las flores y… a todo le dio su cometido y los puso en su sitio.

Un día hizo barro, como cuando éramos niños y  nosotros cogíamos tierra y, luego, agua y hacíamos una gachuela y sacábamos muñequitos que cuando se secaban se rompían como las bolas (después sacaron las cristalinas que eran preciosa) a las que también les pasaba algo parecido, es decir, que se rompían.
Bueno, pues Dios que naturalmente tenía más pericia, porque cuando se lo propone, lo borda,  hizo un muñeco de los que no se rompen y le infundió un alma o, lo que es lo mismo, le dio capacidad para hablar, para pensar, para amar..

Pero ¿a quién iba a amar si estaba solo? Más solo que esas campanadas de los pueblos abandonados donde no hay ni lechuzas  en los campanarios. Y, entonces, le dio una compañera. La compañera era el ser más excepcional de la creación. La llamó mujer.

Pero, mira por donde, los mozos se enredaron en lo que no debían y le hicieron  gatuperio a Dios. Y Dios, que lo ve todo, los pilló. Y le dijo ¿con que me habéis engañado, eh? Se culparon el uno a la otra y, la otra, a otra ‘otra’ que tienen un nombre de esos que no se puede ni nombrar… Ustedes me entienden. Y Dios ni corto ni perezoso los puso de patitas en la calle y les dijo que se terminó eso de estar de ‘okupas’. (Eso no lo dijo, pero lo pensó, para los políticos que embaucan y engañan… )

Y entonces Dios vio que todo lo que había hecho era bueno, muy bueno (algunos políticos también, yo conozco a algunos, de verdad que pocos, pero alguno si hay que son honestos con sus ideas y fieles a sus principios pero a esos no los quieren en sus partidos), y Dios se dijo, esto no se va quedar aquí desaprovechado y fue dijo que, cada tarde, cuando termine el día yo le diré a al sol que se oculte en el mar y los hombres disfrutarán al verlo bajar lentamente y, entonces, se acordarán de Mí.



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