viernes, 15 de noviembre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los Chorros del Río Mundo







El viajero llegó a Riópar una mañana fría y lluviosa. En noviembre, a veces, pasan esas cosas. Había pernoctado en Ayna – ‘belleza escondida, para unos, ojos bellos’, para otros -. Se echó al camino muy temprano. Bordeó el río, cruzó por el ‘puente más grande… del Mundo’, dejó a un lado, a la derecha la aldea de Royo Odrea y subió  camino de la Peña de la Albarda.

La Peña queda a un lado de la carretera. Se ve, se bordea, pero no se llega a ella. Arriba, en la coronación del puerto, hacia Molinicos y… Riópar está en la Sierra de Alcaraz. Riópar tuvo la Real Fábrica de Bronces de San Juan, fundada por Carlos III, uno de los pocos reyes grandes que ha tenido la Historia de España, en 1773. A finales del siglo XIX daba empleo a más trescientas personas.

En 1996 se cerró. El viajero que es muy preguntón se interesó por el motivo. Y le dijeron que por las comunicaciones, por los costes, y por la mala gestión. Al viajero le quedaron otras preguntas y otras dudas, pero no las planteó.

Por la carretera de Siles se dirigió al nacimiento del Río Mundo. Un desvío a la izquierda al salir de una curva…Antes un cartel anunciaba la posible presencia de anfibios. No vio ninguno y sí una ardilla, diminuta, ágil, preciosa. Apareció y se perdió entre los pinos con la velocidad… ¡de una ardilla!

El estruendo de la cascada irrumpía en el silencio del bosque. Acebos, rebollos, pinos, tejos… El río se abre paso entre los árboles. El calar del Mundo, la altiplanicie kárstica de la cima permite que se filtre el agua. Una cueva enorme (hablan de treinta kilómetros explorados y el doble aún en el misterio de las entraña) almacena el agua. Cuando no puede más, revienta y cae en cascada. Cien metros de altura…

El espectáculo uno de los más bellos que uno puede encontrarse… Algo insólito, algo único. Llovía. Arreció con fuerza, empapó por fuera y por dentro. En un bar, del pueblo, en el cruce de carreteras al amparo de un radiador se buscaba calor y secarse la ropa. Torreznos, panceta, un tinto vulgar, que era el mejor que tenían, para entrar en calor y secarse  por dentro….




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