martes, 28 de mayo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Muchachos






Era un grupo vairopinto –  un pelirrojo con pecas, morenos, escuchimizados, gorditos, alguno algo espigado…- y heterogéneo por la procedencia. Acudieron desde Faraján, Villanueva (las dos, la del Rosario y la del Trabuco), Igualeja, Antequera, Colmenar, Alhaurín el Grande, Álora, Algarrobo, Bobadilla o la Cueva del Becerro…

Fue el otoño de 1959 el año de la cita. Como equipaje  un baúl con algo de ropa, un número marcado y un colchón de cuadros. Comenzaban las sensaciones nuevas… Allí todo era grande: los pasillos, el comedor, la capilla, las distancias…. El dormitorio tenía los techos muy altos y cada mañana había que hacer la cama.

Aquellos muchachos emprendían una vida diferente. El bagaje que aportaba, el que más, era haber sido moguillo en su pueblo, una inteligencia despierta y la llegada a un sitio al que siempre entendí que todos iban – después, me llevé un desencanto y supe que en todos, no – por una cosa que no se sabía muy bien qué era y que llamaban ‘vocación’.

El fútbol, la válvula de escape en las hora de recreo y en los fines de semana. Los paseos largos al monte San Antón, a la Cuesta de la Reina, al puerto, a Gibralfaro, al monte Coronado…, el lugar donde, compartiéndolo con otros, comenzaban a forjarse amistades para toda la vida.

Tiempo de estudio. Aprovechamiento y  silencio interior y de fuera, mucho más importante el primero para forjar la personalidad, el comportamiento y la formación de cada persona. Obviamente no faltaba el tiempo dedicado a la vida de religiosidad, a veces, excesiva si se atendía a las edades a las que iba dirigida.

Mañana, una parte del grupo de muchachos  se va a dar cita en Antequera. Visita a los dólmenes y algún que otro monumento, luego compartirán mesa y recuerdos y después cada mochuelo a su olivo o cada o cada tórtolo a su agüaero. Lo tengo difícil para acudir pero no para recordar  y agradecer a aquel bendito Seminario que nos forjó en valores de amistad, sentido de justicia, solidaridad, responsabilidad y honradez a pesar de algún padre espiritual –  si hay infierno… bueno que Dios lo haya perdonado – y de tener a Marlyn Monroe en las pantallas a la que no veíamos, por supuesto, pero que sí sabíamos que existía….



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