viernes, 24 de mayo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Carteles






Quintero, León y Quiroga pusieron letra y música. Luego, un montón de artistas, unas, de manera espléndida, y otras de manera superior,  pregonaron a los cuatro vientos que en los carteles había puesto un nombre. No querían ni verlo y lo remataban para la rima  con ‘olé’.

Se ha empapelado España, bueno, las calles y las plazas y las vallas de muchos lugares de este bendita tierra. Aparecen fotos, con mayor o menor fortuna  -quien tiene la fealdad desde el momento de la primera luz, eso convendrán conmigo tiene poco arreglo – donde la gente nos pide que le votemos.

No quiero poner en duda la buena voluntad de todo el mundo  - mi primo Andrés que es muy crítico conmigo me dice que no yo no me mojo, y ¿cómo quiere que me moje si no llueve desde no sabemos cuánto tiempo? - y nos ofrecen con frases bonitas una muleta para que entremos a ella y darnos el pase de pecho. ¿Un pase cambiado?, no me lo creo, de verdad que no, que no me lo creo aunque haya en la partida quien puede tener tripas sin estrenar.

El domingo, con ropa nueva, cané de identidad a mano y la parienta hay que ir a votar. Luego, cuando las estrellas sean pespuntes en la oscuridad del cielo vendrá el recuento y quien se preguntará a sí mismo y a la tropa que le ha acompañado ¿qué hemos hecho mal para que la vencedora no haya sido la opción nuestra?

Hasta ahí puede que la cosa se entienda. Cuando entran en funcionamiento los pactos entonces amigo, entonces, si que vienen algunas cosas que no se entienden con la misma claridad que los mensajes que estos días nos han lanzado desde esos carteles. Puede que alguien se acuerde que el del nombre de la copla se llamaba Francisco Alegre, que era torero,  y que su amante, casada con otro por conveniencia , no quería ni verlo, al marido, no al torero.

Ojalá en estos cuatro años que se abrirán desde la noche del domingo no siembre en mucha gente de a pie ese deseo de repudio hacia lo que salga de unas urnas donde lo que  imperó fue la conveniencia.  Ya no tenemos a Quintero, León y Quiroga que puedan hacer un arreglito, ¡ah! ni a Juanita Reina que lo cante.


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