miércoles, 15 de mayo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Viaje











Cuando yo tenía mucho de Willy Fog no me lo pensaba. Ahora, será por los años, o porque uno se vuelve un poco pasota, me lo pienso dos veces. Si llego a la tercera, entonces, no. Entonces es que las redes van por otro lado.

El viaje tiene tres partes: programarlo, realizarlo y, luego, contarlo. Con esto de las primeras comuniones me han pedido que no le haga a mi nieto ningún regalo material. Mejor un viaje y que lo viva contigo. Y así lo podrá recordar cuando sea mayor… (y esas cosas que se dicen).

Sin saberlo, me han vuelto a la época de la que hablaba al principio. Casi soy un nuevo Willy Fog pero con más años y con una ilusión que entonces no tenía. Estoy como un poseso. Por supuesto que ya he consensuado con él el lugar donde vamos a ir y por supuesto llevaremos también a su hermano, que es más pequeño, más pillo y que asume lo de chupar rueda del mayor, a las mil maravillas.

He rebobinado. Torbellino de recuerdos. El Cap Nort y el Cabo de Buena Esperanza, el Amur con el Ussuri, y la vez que bajé por el  Angará hasta Irkutsk, y el Rhin, y el sol puesto por San Diego, y el Gran Cañón del Colorado, Marrakech, y Nueva York y París, y la primera vez que llegué a Madrid...

Llovía aquella mañana. Atocha y Madrid, un mundo. La primera subida por las orillas del Sil, y un rato antes, cuando el tren partía de Astora. Un mendigo  escapado de una obra de Valle Inclán pedía limosna con voz lastimera. En León subió una niña. Iba a su casa. Tenía vacaciones. Se bajó  en la Rua-Petín…

Noche de verano. El tren cruzaba la campiña cordobesa. Olía a rastrojo y a mies recién segada. Luego se abría el alba por La Mancha y en Alcázar de San Juan, el hombre que vendía tortas de Alcázar, y el otro que daba un golpe seco, con un martillo, a las ruedas, y el sonido agudo que se perdía…

Ahora no ocurrirá nada de eso. Partiremos  temprano.  Subiremos a un tren veloz, muy veloz, tan veloz que tiene manera de pico en la máquina para cortar mejor el viento y cruzaremos tierras de llanura, y luego otras tierras… 
¿”Adónde el camino va”? Ah, misterio… Los misterios no se pueden desvelar.

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