viernes, 10 de mayo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Casi la mitad


                  




Casi  la mitad de los españoles, dice la Estadística, - la más falsa de las Ciencias Exactas, o sea que es un mentirosa  - no lee nunca un libro. Habla de una cifra por encima del 42% según el baremo que usan para medir esas cosas.  Lo que viene a decir que sí hay un grupo que tenemos ese pequeño vicio contrario de leer.

La Estadística no tiene que esforzarse mucho para que le demos credibilidad. Solo hay que sentarse un rato delante de cualquiera de las cadenas de televisión yanalizar el nivel de la oferta.  A uno le entra la desolación ante tanto bodrio. Sabe, en este caso, que lo que dice la Estadística es verdad.

Hemos cometido, a veces, errores. Por ejemplo poner a los niños a leer el Quijote con el vocabulario del siglo XVII o a Platero…  Dos libros que a los niños les dicen muy poco porque son libros para adultos hechos y derechos. No es fácil entender el mensaje de aquel loco de La Mancha ni la poesía profunda de Juan Ramón. Casi somos culpables de haber provocado ciertas deserciones.

Hace unos días, unos contertulios  afeaban  - tampoco es novedad – que un expresidente se confesaba lector del Marca. Me dio mucha alegría haber coincidido con él en la lectura. Claro que yo nunca seré Registrador de la Propiedad ni Presidente del Gobierno, pero sí que fui lector del Marca.
Y de los tebeos, los de humor y los otros. El Jabato y Capitán Trueno fueron parte de mi formación y supe que existían los vikingos y Goliath y Crispín, y Sigrid y la isla de Thule…

No sabría que son los chopos del río sin haber leído a don Antonio Machado, ni “que es poesía…” ahora que pienso en tus ojos lejanos y bellísimos sin haber leído a Bécquer, ni qué sería la palabra del campo sin Barbeito,  ni que era el “segundo de jazmines”  sin el maestro Alcántara…

Me ha admirado siempre una de las descripciones más sublimes  - ¡siendo tantas! -  como el comienzo del capítulo IV. Cervantes lo borda. “La del alba sería cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por la cinchas del caballo”. ¿Cabe más en treinta y dos palabras?





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