domingo, 14 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Dios está a pie de calle







Foto: Antonio Jesús Fernández

Lo han dejado dicho los pregoneros. “Dios está a pie de calle”. Jerusalén, ciudad lejana venerada por pueblo hebreo se ha hecho tan grande que, por una rato, los pueblos han cambiando de nombre y todos, grandes y menos grandes, esta mañana se han hecho como si fuesen ella misma y se han cambiado, por unas horas, de nombre. Él, el Jesús de siempre ha vuelto a pasear por las calles, por las plazas, ha redoblado las esquinas o ha asomado desde la lejanía, bajo la sombra de una palmera, frondosa y verde,  sobre una borriquilla en pelo y,  todo,  sobre un trono.

Delante, la cantera de las Semana Santa: túnicas blancas, faraonas y cordones celestes recién bajados de la percha. Palmas blandidas por la brisa tibia de la mañana en manos infantiles. Un repiqueteo de campanillas  mandaba parar,  o hacía que avanzase el cortejo. La más perfecta desorganización organizada.

Ellas, algunas madres, con  trajes de Roberto Verino, Carolina Herrera, Adolfo Domínguez, Bimba y Lola, Paco Rabanne, o Purificación García… - porque ellas, les digo, también, se han procesionado junto a sus niños –,  que la tarjeta del Corte Inglés da para mucho. Ya lo dice refrán, lo del estreno y las manos y el Domingo de Ramos…; otras, han tirado de armario, o con lo que han podido y todas, absolutamente todas, de dulce.

Cristo está a pie de calle. Desde la penumbra de los templos, desde las casas de hermandad se han puesto en marcha los cortejos. Músicos dando trompetazos que revientan los tímpanos y  un aporreo de tambores porque algunos muchachos tienen una manera muy rara de realizarse.

Ha acompañado –  ha hecho un sol de primavera  espléndida  - el tiempo. Álora, que es mi pueblo y el de ustedes para cuando gusten venir, se ha vestido de azahar y rosas nuevas. Están ahítos los olivos de trama en las ramas. Serán aceitunas en san Juan y, aceite por la Virgen de agosto,  y néctar  de molino cuando la estación, la meteorológica, claro, diga que es tiempo de almazara y  capachos  y…

Dios está a pie de calle. Lo vamos a ver con una cruz a cuestas, o colgado de ella o atado a una columna, humillado, azotado, coronado de espinas con una caña como escarnio y burla entre sus manos… ¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!



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