jueves, 25 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Perotes






Álora está a medio camino entre el mar y las tierras interiores de la provincia de Málaga. O sea, ni cerca ni lejos. No llegan las brisas que suben de la mar y refrescan los sofocos del verano porque aquí cuando hace calor…

-“No  hace calor, pero calor, lo que se dice calor… ¡hace calor!”.

En invierno, la Sierra de Abdalaljís, o lo que es lo mismo, la Sierra del Valle que toma el nombre del pueblo que no se ve pero que sabemos que está allí, corta los vientos fríos que vienen del norte. Cuando  son aires polares, entonces, no. A esos no hay quien los pare y hacen daño, mucho daño a modo de heladas.

Hay rivalidad con el pueblo vecino de Pizarra. Pizarra, algo más al sur, más cerca de Málaga. Los perotes, que es el gentilicio que tenemos los de aquí, porque somos de esa manera hacen que a veces, sobresalga la rivalidad. Ya ven una tontería.

“Por cierto, se preguntaba, Fernando Espíldora, padre de mi amigo Fernando, ¿ “cómo los pizarreños son más finos que nosotros, estando nosotros más cerca de Madrid que ellos¿”. ¡Cosas que pasan!

Fernando, cuando vinieron las modas de poner en los coches una cadenita que rozaba el suelo para no acumular la energía estática, entró en un bar con una cadena arrastrando desde la cintura…

-         “Fernando, ¿y,  eso?

-         Pa no marearme”.

Como buena gente, también, era buen amigo de ‘néctar divino’. Llega ‘cargado’ a su casa.

-         “Que me vas a enterrar”, le espetó, su mujer.

-         “Propio vengo yo para hacer un hoyo…”

Carpintero de profesión. Hacía, entre otros encargos, ‘trajes’ a medida para el último viaje. Le avisan para ‘uno’ en la calle Algarrobo. Manda al niño. Llega. Las mujeres, en duelo; los hombres, en una casa vecina. Pregunta. Le dicen que entre, que al fondo… Es una casa alargada, poca anchura y mucha profundidad.  Atraviesa varias habitaciones que se comunican entre sí, por dentro, sin ninguna puerta. En una cama ve un hombre. Deja la libreta y el lápiz sobre una mesilla cercana, saca el metro y comienza a medir…

-         “Niño, yo no, sigue, sigue, el muerto está más adentro…”


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