jueves, 18 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Despedía






 A la hora en punto  - bueno, eso en mi pueblo es una entelequia – con permiso de la autoridad (por supuesto) y si el tiempo no lo impide (que esos si que son otros lópeces) cada Viernes Santo a esa hora en que el sol dice que ya no es mediodía pero que tampoco ha llegado la tarde, en Alora, se celebra un acto único y totémico: “la Despedía”.

No es decir ningún adiós de los que pueden que partan a tierras lejanas. No, en absoluto. Es reencuentro de los que vienen de fuera y los de dentro en un acto  propiciado entre dos hermandades, “Jesús” y “Dolores”. Cada imagen en su trono aligerado de peso. Ocho hombres por trono. Los cuatro de adelante, al unísono, y a la señal de un maestro de ceremonias, se arrodillan por tres veces. Una más lejana; se acercan, y otra, casi tocándose las cabezas de varales. Los cuatro de atrás, erguidos…

Todo, sincronizado. Un ligero adelanto o retraso, un pequeño vuelco hacia uno de los laterales, un bamboleo imprevisto… ¿Quién ‘ha ganado’? La polémica… Tiene que ser algo muy señalado para reconocer la victoria del otro. Previamente, oportunos piques, dimes y contraposturas…

La plaza abarrotada. De morado y oro, Jesús Nazareno. Lo acompaña, la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra con sede en Alcalá de Henares, ahora por mor de las reformas, en Paracuellos del Jarama. De Legión y oro, la Virgen. Los Caballeros Legionarios vienen de Ronda o Almería. Depende… El bolero paracaidista o el novio de muerte, ocupan el lugar de la saeta.

Hay otros sitios ocupados. Algunos aupados al tejado de la iglesia o a alguno de las casas que circundan, la plaza – Plaza Baja de la Despedía – que por un momento  es la Plaza Mayor de los Sueños. Esos, intrépidos, en los lugares más insospechados, en ocasiones, están a punto de cumplir el dicho del teólogo moderno que afirma que la fe es dar un salto al vacío…

Al final, abrazos; alegría. Jesús nazareno sobre hombros de hombres jóvenes, con uniformes,  sube, a paso rápido, a su capilla del castillo de las Torres; la Virgen, regresa a su cercano templo de la Encarnación. Se deshace el nudo de las gargantas. Todo es reencuentro.  Un año más, con la venia y si el tiempo no lo impide. Lo de la hora en punto, para otro día…



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