miércoles, 20 de marzo de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sí, ya está aquí





Tarde ventosa, revuelta. Tarde con el sello propio de la estación que entra. Alguien dijo que la primavera solo es placentera en el alma de los poetas. Llevaba razón. No hay tiempo ni más cambiante ni más anárquico que estos días en que el calendario dice que hemos mudado de estación.

Están las nubes de paso. Este año parece que se han olvidado de nosotros. Al igual van y descargan en otras tierras; en la nuestra, no. Son nubes que se escurren por las sierras y los trigales que alargan sus espigas vacías de grano les dejan suspiros de anhelos pero se los lleva el aire.

Está la huerta ahíta de perfume. Revientan el azahar en los naranjos. Hay otros azahares pero esos huelen menos. Los más embriagadores son los que despiden los naranjos amargos. Hubo un tiempo en que la fábrica de esencias,  que estaba junto al puente que se llevó la riada, abría sus puertas. “Ya están tomando el azahar” se decía entre la gente del campo.

Con una caña se vareaba el naranjo. Un fardo lo recogía. Era un rocío de pétalos blancos. También tenía su aplicación la hoja del naranjo amargo. En unos alambiques hacían la destilación y el perfume del río viajaba a tierras lejanas, Francia, en este caso para convertirse en perfume…

Eso era en otro tiempo. La fábrica cerró. Todo queda en el recuerdo de un edificio con cierto estilo por fuera y vacío por dentro. Les han dado otras ocupaciones pero nunca ninguna tan excelsa como extraer el perfume del azahar.



Dice el hombre del telediario que ha entrado a no sé qué hora de hoy. Da lo mismo. Don Antonio Machado en sus versos va a seguir preguntando a  Palacio, ‘buen amigo,’ por la primavera soriana y por los ruiseñores, por las abejas que liban en el tomillo y el romero, y por las margaritas blancas y le pedirá, una vez más que “con los primeros lirios / y las primeras rosas de las huertas , / en una tarde azul, sube al Espino/ al alto Espino donde está su tierra…

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