jueves, 24 de enero de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. No es una calle cualquiera










 “Tu calle ya no es tu calle, que es una calle cualquiera”. Arranca frente a lo que fue el Café de La Balita, de principios del  XX. Lo pone en la puerta. Termina en la del Viento…

Aparece en Escritura, de 16 de julio de 1589, ante Juan Pérez con un censo sobre dos fincas rústicas y una casa en el barrio de las ‘Herillas’ donde se trillaba la mies; eras pequeñas.

 Desde las traseras de la Veracruz hasta la Callejuela existe una calzada protegida por una verja, ocupa  media calle. En la Veracruz – respalda  uno de los laterales del templo -  fue ermitaña la abuela de mi amigo Pillo Lobato.

Allí, también, tuvo su molino de harina “Juanito, el del Molino” – Juan Pérez Márquez – bonachón, y con genio capaz de mover sacas de harina de un montón de kilos. Pasaba horas echado sobre la baranda. En los tiempos de la Transición, hubo quien ya tenía hecho  el ‘reparto’, pasó uno por la calle:
-         “Juanito, a ti no vamos a quitar el molino. Te vamos a quitar la baranda…”

 Ha ‘dado’ dos alcaldes: Cristóbal Pérez  y Antonio López  y casa a los abuelos de un tercero, Epi. El primero dotó de agua corriente a la población y levantó el mercado de abastos; el segundo, el más votado, de la Democracia. Le pudo la responsabilidad; dimitió pronto; el tercero, el que más tiempo permaneció en el cargo, cuatro legislaturas.

Por la Callejuela  -tomó el nombre de Alonso de Padilla, presbítero, hacia la mitad del siglo XVIII -, enlaza con Juan Naranjo. En una esquina, el mejor restaurante de Álora, Casa Abilio; en la otra, nació Diego Beigveder, “Diego, el Perote”, uno de los grandes del cante... y vivió Rafael, “el de los helados”. Una vecina lo amenazó con denunciarlo si seguía con aquella boca. Una mañana aparejaba al borrico. Al apretar la cincha, el animal se movía…

-         “No te aproveches, no te aproveches…”

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