miércoles, 12 de diciembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Con la Historia de la mano




Y  llegaron los árabes.

Casi ocho siglos de presencia: costumbres, cultivos, restos arqueológicos…y, aproximadamente, cuatro mil palabras en el vocabulario.
Setecientos setenta y tres años dan mucho de sí.

Fíjate. Tres invasiones. Una sublevación. Siete asedios… Guerras. Fronteras. Romances y bellas leyendas de amor. (¿Que no conoces  la de El Abindarráez y la bella Jarifa? Algún día te la cuento). Más guerras. Imposiciones. Traición de los propios. Claudicación…

Algunos árabes de Arabia – a decir de la Historia,  pocos, casi tan pocos que hay,  entre  los que saben de esta cosas, dudan si alguno, y cuentan que se fueron a otros lugares de mayor relevancia. Luego,  Almorávides, Almohades y Benimerines. Esos, sí.

El castillo se edificó poco a poco. Levantaron murallas sobre murallas. Primero, como cinturón de defensa de Bobastro – que ahí sí que había algo de enorme importancia con Omar Ibn Hafsun- , después, con el Califato, y se terminó con las Taifas…

Castilla aquí mordió más de una vez el polvo de la derrota. Alfonso VIII, el de la Navas de Tolosa realizó una algarada en el siglo XII; después, Juan, ‘el Tuerto’, Señor de Vizcaya, Alfonso XI – que puso la frontera en Teba y Ardales y murió en el cerco de Algeciras- ; Juan II de Castilla; don Alvaro de Luna; Enrique IV, y Fernando V de Aragón, más conocido por el Rey Católico al que su madre, al acercarse sus días para el nacimiento se puso en camino para que no naciera en Navarra y  vio la luz en Sos  - Sos del Rey Católico – y así ya fue aragonés…

Ante sus muros Diego de Ribera, Adelantado de Andalucía, encontró la muerte en la primavera de 1434. De esa muerte, nació – paradojas – uno de los más bellos romances de la Épica castellana, el que comienza: “Alora, la bien cercada / tú que estás en par del río…”

Otra primavera, en los albores de verano, porque hay discrepancias con el día, pero eso sí, en junio de 1484, Hamet el Cordi, último alcaide de la fortaleza la entregó a los Reyes Católicos...


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