domingo, 4 de noviembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En la carretera



El viajero se pone en camino bajo el sol semidorado de una tarde de otoño. Sobre el mar,  nubes deshilachadas. Tocan con las yemas de sus dedos – porque las nubes también tienen dedos -  de punta a punta la bahía de Málaga. Es un puente imaginario. Va desde la Sierra de Mijas hasta las cimas de la Almijara – que queda muy lejos – y la de Tejeda, más cercana.

Murmullo ronco y sórdido de motores. Se incrementa bajo la bóveda negra y oscura del túnel. Los vehículos enfilan la subida. Estruendo, potencia. Unos se apartan a un lado; los otros, más veloces ganan espacio y ponen distancia de por medio.

La vega de Granada comienza a vestirse de otoño. Están secos los maizales; las choperas  marcan el camino del Genil, en la lejanía anuncia el comienzo de un fin que termina con el verano. Por la ventanilla del colche el azul celeste del cielo se torna más oscuro. Conforme nos acercamos a la ciudad la circulación se hace más intensa; menos fluida. Las cumbres de Sierra Nevada, blancas. Su presencia anuncia la cercanía del invierno.

Se echa encima la noche. Se recortan las sierras en la luz del crepúsculo. La Guardia, - la Guardia de Jaén  - ha iluminado de manera soberbia su castillo. Recuerdo de un pasado glorioso fronterizo. Era otro tiempo.

Dice el maestro Barbeito que los olivos en Jaén presentan armas a quien llega Andalucía. Sin contradecirle, por supuesto, me pregunto si a los que partimos ¿también? Santa Elena es la entrada en Despeñaperros. Una obra faraónica salva el valle, elimina curvas, cruza montañas. Lo que en otro tiempo era un calvario, ahora se pasa casi sin sentir y, de pronto, al otro lado, ya está Venta de Cárdenas o lo que es lo mismo, empieza Castilla-La Mancha.

Al salir de Despeñaperros es noche cerrada. Luces en los pueblos: Almuradiel, El Viso de Marqués, - por don Álvaro de Bazan -  Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas, Manzanares, Villarta de San Juan, Puerto Lápice que sabe a ruta de Don Quijote y a venta de camino. Hay un reguero de luces; orillan la carretera… En la lejanía hablan de pueblos esparcidos en la llanura bajo una noche fría y estrellada.





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