domingo, 7 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mi amiga



Mi amiga le habla de tu al sol cada mañana… El sol madruga; ella, más. El sol se asoma al río Grande.  Se abre paso desde el oriente entre la bruma del amanecer. Ella lo espera en la orilla. Hay un gorjeo de pájaros en las ramas de los álamos blancos de la ribera.

El río a esa hora es un espejo quieto que solo se mueve cuando sube o baja la marea o cuando, de vez en vez, viene o va un barco. “Para los barcos de vela / Sevilla tiene un camino…” Lo dejó dicho Federico.  Se las andan, también, por el río otros barcos grandes. Majestuosos, imponentes para estos espacios.  Los llaman trasatlánticos. En sus barandillas la gente se asoma…

Marisma y arrozales; campos sembrados de naranjales al otro lado. Sobre  la Dehesa sobrevuelan cercetas pardillas, cigüeñas negras, fochas comunes y moruchas, aguiluchos laguneros, calamones… En la laguna, colonias de flamencos.  Notas de color de rosa en una sinfonía de color.

Mi amiga anda el camino entre La Puebla y Coria cada mañana. Mi amiga es amiga de esas florecillas que aparecen primavera, respira el aire húmedo que sale del agua y sabe que entre el fondo y la superficie hay un murmullo de peces de lomos azulados y destellos de plata.

Conoce a los árboles por su nombre. Baja la escalera que va desde su casa al río y llega a la orilla. Allí están ellos. Son los árboles de siempre. Los árboles que pespuntean  el río y saben qué piensan las gentes que caminan bajo sus sombras; luego, cuando el sol del mediodía llega a lo más alto, las copas de los arboles dan forma redondeda a sus sombras. Ahora que el sol está bajo, ellos también leen los pensamientos y los sueños de quienes caminan bajos sus ramas.

Mi amiga hace el camino de ida y vuelta cada día muy temprano. El día que no lo hace, le falta algo. Me lo dijo, un mediodía de otoño que tenía más de verano que de la estación que anunciaba el calendario. Tomábamos algo juntos a otras personas queridas en su orilla. Hoy se me ha ocurrido recordar un momento que tuvo mucho de magia…

Fue entonces cuando apareció… “mira, mira, me dijo…” Pasaba frente a nosotros un barco. ¿Adónde van algunos barcos con sus cargamentos de sueños?




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