jueves, 4 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La esquina de los besos



“La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones, que a los hombres dieron los cielos”. Lo dejó escrito en ese libro que mucha gente no ha tenido la molestia de leer.  ¿Para qué? ¡Mira que si aprenden algo y se lo llevan puesto! (Don Quijote de la Mancha,  Segunda. Parte. Cap. LVIII).

Lo dejó dicho don Miguel, don Miguel de Cervantes Saavedra, por santo y seña, por si alguien de los iluminados que ahora florecen como los espárragos, tiesos y con espinas, piensa que es otro. Lo dejó tan clarito que habría de ponerlo en muchas esquinas para que la gente lo lea con solo verlo y lo haga suyo, si lo tiene a bien, claro.

Ángel Idígoras – conjuntamente con su hermano Pachi – es uno de los humoristas más finos, más sutil y más agudo que ha dado Málaga.  A Ángel se le ha ocurrido ilustrar una esquina con una viñeta suya. Le ha puesto un verso de Vicente Aleixandre, el nobel de Literatura vio a Málaga como la ‘ciudad del paraíso’. El verso dice: “la memoria del hombre está en sus besos”.

Torquemada está vivo. Desgraciadamente vive. Un pintorreo en la viñeta pregunta  que dónde está la memoria de las mujeres. ¿Hay un ser más sublime en la Creación que la mujer? Dios la escogió para Madre. Quien quiera que venga y lo mejore.

Idígoras ha borrado la viñeta y la esquina ha vuelto al empobrecimiento de una esquina cualquiera. Del arte de Aleixandre e Idígoras al ladrillo vulgar. ¡Una pena! Ahora, probablemente, se levante la polémica que será tan efímera como la sombra que deja al pasar el vuelo de una gaviota.

Hay ciudades embellecidas – Moguer, sin ir más lejos – con azulejos donde se recogen fragmentos de la obra universal de Juan Ramón. En otras, recuerdan pasajes, citas históricas, apuntes, personajes que dejaron su huella…

En ésta, en esta Málaga ‘madre para todos y madrastra para mí” parece que no, que no es posible. Lagunillas que iba tener una esquina de referencia, ahora se queda con el vacío y el mal sabor de boca. Lo impone la intransigencia. Torquemada lo ha querido. Ha impuesto, como en aquel tiempo, una ley de intolerancia y silencio.




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