viernes, 26 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Viaje a ninguna parte



Tren de media mañana. A esa hora viaja menos gente. Los trenes del amanecer van llenos. Trabajadores, gente que acude a citas, estudiantes con cara de sueño, gente que tiene algo ineludible que hacer y acude….

El hombre está sentado, en el último asiento, en el lado izquierdo del vagón. Ocupa el asiento, junto a la ventanilla. El cristal está pintorreado por un objeto punzante que lo desfiguró. El hombre mira al vacío. El hombre viaja solo. Seguramente va a alguna parte. No exterioriza nada.

 Han subido otros viajeros pero el vagón está casi vacío. Hay ocupado otro asiento un poco más adelante. La megafonía interior anuncia la salida. Un repiqueteo  da a conocer que, de manera automática, se cierran las puertas. Un artilugio electrónico informa que la  temperatura exterior es de 23º…

Es un tren nuevo. De hace unos años. Estos trenes eléctricos y silenciosos no se parecen en nada a aquellos de madera que arrastraba una máquina de vapor. Hacían mucho ruido y de la combustión de la caldera de la máquina se desprendían trocitos de carbonilla. Eran las motas que se incrustaban en la ropa y la llenaban de tizne.

En el tejado de una de las casas colindantes a la estación trabajan dos hombres. Hay andamios exteriores.  Los hombres han trepado hasta la altura. Desde la ventanilla  - el tren está cerrado hermético – no se escucha lo que hablan con otros hombres a los que no se ven… pero los hombres están hablando.

El hombre que está sentado en el último asiento del tren junto a la ventanilla echa manos a una cartera de cuero. Descorre una cremallera metálica. Saca un libro. Deposita la cartera en el asiento que está junto al que él ocupa. Abre el libro…

No lee. El hombre mira por la ventanilla a través del cristal sucio y arañado. Tiene perdida la vista. Mira al infinito. ¿Ve algo ese hombre que viaja solo cuando mira al infinito? El tren ha llegado puntual a la estación de su término. Ha bajado la gente. A lo largo del recorrido, en otras estaciones,  subió  más gente al tren. Ascienden del subterráneo, porque el tren entra por túnel,   por una escalera automática. Los tornos dan golpes secos y metálicos. Pican los billetes que autorizan la salida de los viajeros…




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