domingo, 21 de octubre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En la linde



La actualidad manda. Dijo un director del Daily Mirror  que había que escribir de aquello que el lector demandaba en ese momento. No es fácil, ni saber qué es lo que quiere el lector, ni acertar en contarlo.

Hay un rumor sórdido de dolor. Viene de la mano del agua. El cielo dejó de ser ese lugar placentero pespunteado de estrellas y se echó sobre sus hombros un manto gris de nubes plomizas. No pudo con tanto peso y se rompió…

Al rasgarse primero con luminarias de relámpagos; luego, con estruendo de truenos. Después, cataratas insostenibles en las alturas. Se precipitaban hasta el ras del suelo, y en su desborde, lo inundaba todo. Era madrugada. Esa hora alta donde la muerte la tiene por suya y ¡zas! al primero que pasaba - es que voy a ayudar a otros, pudo haber dicho, pero ¡ni caso! – se lo llevó por delante.

No sé si la muerte se sonríe cuando logra su objetivo. No sé si el mal, en sus entrañas negras, se regocija por dentro. No sé nada, pero sí de la rabia, del dolor, de la impotencia, de todo eso que pasa por la mente cuando ocurren cosas como estas.

Las imágenes de los pueblos, tremendas. Ardales, Ronda, Campillos, Teba… Una retahíla larga, larga. Muchas preguntas. Muy pocas respuestas. Los pilares del puente romano, entre Osuna y Pedrera, han resistido; las vías del tren en la superficie, no. ¿por qué será? Carreteras cortadas, balastos arrancados de cuajo, vehículos que flotan como barquitos de papel en los juegos de los niños…

He bajado a la orilla del río. ¡Qué olor más nefasto tiene el agua de una riada! Allí me he encontrado con gente. Comentarios de lo vivido aquí el 28 de septiembre de 2012. De las declaraciones ante los medios. Del silencio y del olvido que vino después. Casi el mismo que vivirán estas personas que hoy son portadas del momento.

Ruina, dolor, lamentaciones. Palabras sentidas, y palabrería hueca. Es difícil distinguir ‘las voces de los ecos’. Quedan algunas evidencias. Hay cosas que no se pueden evitar; paliarlas, sí.  Nosotros nos hemos quedado por ahora en la linde. El bombero ahogado ya no entrará más por la puerta de su casa. Su familia conocerá todo el significado de algunas palabra como nunca, jamás….




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