jueves, 13 de septiembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Diario


13 de septiembre, jueves. No veo que se acabe este final de estío. El verano no se va; el otoño, no llega.  Me tiene harto el calor plastoso. De mediodía arriba se entoldó el cielo. Parece que lo ha hecho a mala leche, es decir, para que haga más calor. El tiempo nos está retorciendo poco a poco. Dicen que para el final de semana viene agua.

Esta mañana ha estado Paco conmigo en el campo. Me ha echado una mano en eso de programar la plantación de rosales para la temporada próxima. Cinta métrica en  mano hemos marcado arriates de tres metros de la largo por uno de ancho; en medio, lógicamente, el pasillo de acceso. Luego vienen las labores de cavas y mantenimientos…

Ahora toca seleccionar las variedades. Algunas las tengo claras. Otras, en medio de una duda. Las más vistosas llaman a las plagas desde lejos y son menos florecientes. Todo tiene su cruz. Aquello de las tres ‘b’ en las rosas, como todo en la vida, pues como que no.

Mientras hacíamos la faena nos miraba un mirlo curioso. El hecho de esparcir estiércol es una propina para ellos. Los bichillos son parte fundamental de su alimentación. En la naturaleza todo le tiende su mano al de al lado. Como en la política española, pero al revés.

Hay una cría de gatos en el corral. No me esperaban. Se asustaron y salieron huyendo cuando sintieron el cerrojo de la puerta. Les cuadra como ‘gatos criados en la leña’. Huidizos, poco sociables y poniendo tierra de por medio…

Me envían un mensaje. Dice que ya no hay dos Españas. Ahora, tres. “los unos, los otros y los que estamos empachados de los unos y de los otros”. Opto por pasar de muchas cosas. Información la precisa y necesaria. Hay cosas vomitivas – hasta la palabra es fea – y situaciones como la actual que han pasado la raya.

En algunos olivares han comenzado el verdeo. Me han dicho esta mañana en el bar que la aceituna no tiene cuerpo. Está falta de agua. Un refrescón le vendría muy bien. La aceituna temprana de mesa – y esta,  la ‘manzanilla aloreña, lo es – quiere que el tiempo le venga fresco, un poco de agua del cielo, y que  Dios haga lo demás…




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