viernes, 10 de agosto de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Juanillo, 'Miserere'



Juanillo ‘Miserere’ era un muchacho rubio, de pelo ensortijado y ojos azules, fino como un junco y cintura de torero. Sacaba un par de palmos a los otros muchachos de su tiempo. Juanillo no era un hombre de conversación fácil. Cuando hablaba casi emitía sentencias…

Entró de niño a trabajar en el cortijo. Primero, lechero. Cada mañana en una burra negra llevaba la leche al pueblo. Antes, desde el amanecer, cuando el lucero ya estaba en el lubricán de la mañana arrimaba las cabras para el ordeño al cabrero que estaba sentado en un banqueta baja.

Luego, porquero. Tenía un violín. Tocaba música y como el flautista del cuento la piara lo seguía. Tenía la magia en sus cuerdas de quien era diferente, en muchas cosas, a otros muchachos. Era alguien solitario con mucha riqueza en  su interior.

El  mote le venía porque al padre de su abuelo se lo llevó un dolor de apendicitis aguada que generó en peritonitis. Entonces de conocía por el dolor de ‘miserere’. La familia, asumió la tragedia, y luego, con el paso del tiempo, el mote.

Cuando la guerra, el comité mandó a un grupo de hombres a cortar la encina grande, la que estaba sobre el cerro que coronaba el camino que llevaba, por los Lantiscares y la Atalaya de Omar al Pueblecillo. Su padre solo participó en la comitiva. Como no tenía delitos de sangre, cuando aquello terminó le cayeron ocho años de cárcel y una ‘mancha’.

Juanillo, decidió irse a la Guardia Civil. No lo admitían. ‘Aquello’ pesaba mucho. Josefa, su madre, anduvo los pasos. Acudió a don Paco, hombre sentencioso y de prestigio. Le aconsejó que fuese a ver al cura. Era quien únicamente podría arreglarlo.

Un día se presentó en su casa con una taleguita de almendras. No estaba. Dejó constancia de quienes eran y para quien era el presente. Cuando llegó septiembre y aparecieron las primeras aceitunas para echar en agua, acudió con otro regalillo…

-         Y ¿tu Juanillo, -le preguntó una vecina- , ¿por dónde anda?

-         Por la parte de Valencia…

La primera vez que regresó al pueblo no cabía dentro del uniforme. Venía hecho un pincel. Apuesto, diferente…  Juanillo, jubilado, ha vuelto de vacaciones. Esta mañana hemos tomado un café. Hemos recordado tiempos de cuándo éramos niños y nos hemos contados nuestras cosas…





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