martes, 10 de julio de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Murmullo de Historia



El barrio del Barranco es uno de los barrios emblemáticos de Álora. A un grupo de amigos, Marilina, Felipe Aranda, Ignacio Márquez…, nos ha dado por llamarle el ‘Albacín nuestro’. Es una manera más de expresar cariño por algo muy especial y, además, muy de nosotros.

Tiene Álora otros barrios con personalidad. Los barrios como las personas tienen sello propio. Se diferencian de todo lo que lo rodea. El Bajondillo, Las Chozuelas, El Cerrillo – el de ‘poco pan’, que dio nombre porque sus eras tenían la dimensión apropiada para el cereal que se trillaba y, entonces, apareció la calle ‘Erillas’- , el otro, El Palomar…

El Barranco, o sea, el Albaicin nuestro, fue el asentamiento primero de la población. Se salía del primer cinturón de defensa del castillo. Por en medio de sus casas aparecen todavía trozos de lienzos de muralla. Reflejan un pasado que fue y ya no es.

En los papeles viejos aparece como “Villavieja”. Pedro Acedo, el Viejo “dexó una casa en la Villavieja para que con los alquileres se dixesen misas”… En su suelo, sobre una pequeña mezquita, que no era la principal,  la de arriba, la que estaba en el Cerro de las Torres, se construyó una ermita dedicada a Santa Catalina.

El Padre Llordén da cuenta de entalladores que hacen  andas para procesionar y de imágenes que recibieron allí culto y veneración. Tampoco queda nada de la ‘Joyanca’  habilitada como fosa común para enterramiento al que no daban abasto… ¿La culpa? Una epidemia de peste en el siglo XIX  

El folclore tiene una visión más bella, más optimista. Lo pregona para quienes quieran saberlo. “Alora tiene tres calles / que no las tiene Madrid / calle Ancha y el Barranco / y la calle del Carril”. Ahí queda eso. Quién quiera que venga y lo mejore.

Hay un murmullo de brisa que juega al escondite entre los geranios. Hay un murmullo de Historia que lanza a través del viento: “Tregua, tregua, Adelantado / por tuyo se da el castillo. / Alzó la visera arriba / por ver el que tal le dijo….” Y todo eso que sigue y que sabemos del Romance…

Hay un murmullo de nubes. Se asoman desde lo más alto, pespuntean las Torres. Hay un murmullo de arte, de cal blanca, de barrio donde no sobró nunca la abundancia, de luchas a ‘dentelladas’ en eso que algunos llaman vida.




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