miércoles, 30 de mayo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ADN



Vengo de las tierras medias, a donde no llegan las brisas que suben de la mar, las tardes de estío. Vengo de una tierra, donde se paran  a tomar respiro los aires del norte en los meses duros del invierno. Vengo de una tierra perfumada de azahares en abril,  y olor a rastrojo  -pinceladas de otro color - en verano…  

Vengo de una tierra donde un río, el Guadalhorce, la surca desde la caliza de la sierra a las llanuras de aluvión entre meandros de fertilidad, en un caracoleo imposible y lento, de andar cansino como quien se va pero no quiere irse camino de la mar que está casi al alcance de la mano.

Vengo de una tierra donde las huertas frondosas están en la media distancia. Ni lejos ni cerca. En su sitio. Vergeles ahítos de verdor con frutos ebúrneos y sensuales asomados como quien juega al escondite, entre las hojas a la espera de la mano que les de alcance.

Mi infancia, un paisaje de pueblo. Cal blanca en sus paredes y cielo azul con palomas que hacían círculos en sus vuelos cuando bajaban a beber en las pocas fuentes que entonces había en los rincones de la calle. Los amaneceres olían a pan caliente, a caldeo con retamas, romeros y aulagas…

En la juventud, atardeceres violetas malvas, rojos, rosáceos, anaranjados, amarillos…. ¿Esperaba en mundo nuevo? Tiempo que no se veía así mismo. Sueños, muchos sueños.

Quedan enfrente los Lagares, tierras  “que para pan no son”. Almendros en el sitio de la vid a la que tumbó la filoxera. Olivos centenarios, injertos de acebuches, de troncos retorcidos como oprimidos por el dolor donde el trabajo siempre superó a los posibles beneficios de la recompensa.

Vengo de un tiempo en el que había toque de campanas. Tocaban a gloria, a fuego, a agoni, a muerto, a vísperas, a tercia, a nona... Tocaban las campanas a misa. “Niño, mandaba la voz ronca de Vicente, el sacristán, el segundo…” Anunciaban con repiques que salía Jesús Sacramentado a la calle el Día del Corpus. Comunicaban que había llegado la hora del Angelus.  “El ángel del Señor anunció a María…”



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