domingo, 6 de mayo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Recuerdos



Abro al azar ‘Platero y yo’ – Edición de Grupo 33 Editorial-33, ilustrado por Pachi e Idígoras – y me encuentro: “Era marismeño y con él venía a mí un cúmulo de fuerza, de vivacidad, de alegría”. Habla de Marismeño un caballo a quien Juan Ramón tenía un cariño especial.

Los niños nos encariñábamos con muchas cosas. La pelota de goma, los zapatos de gorila de  Segarra, (¿Saben de aquel que una Semana santa estaba sentado en el escalón de la calle con los zapatos en la mano? Le preguntan ¿qué de promesa? No, no de Segarra), la patineta que mi madre quitó de circulación porque regastaba los pantalones, aquel libro de cuentos; los tebeos del Capitán Trueno… Todo aquello para nosotros era nuestra vida.

Dice el maestro Alcántara que hay gente que “se muere y gente que se nos muere”. Llevamos un año, probablemente como todos, pero que a ciertas edades tienen que ocurrir las cosas y cuesta aceptarlas. No nos queremos acostumbrar. No se puede uno acostumbrar a este devenir diario de la vida.
Platero, o sea, Juan Ramón, hablaba de galope por la marisma y de bandas de grajos que levantan el vuelo asustados por el chapoteo en el braceo del caballo.
No quedan grajos en el campo y eso que en otro tiempo podría ser preludio de mal agüero, ahora casi es noticia porque hay que salvar la naturaleza.

Ayer tuve la suerte de ver cómo volaba una alondra en las lomas de El Chopo. Se levantó pasada una colada ya casi sin agua. Volaba a impulsos. El aire era brisa y se perdió sobre los trigos espigados y alfombrados de amapolas.

Está el campo precioso. La primavera – Juan Ramón conoció otros campos – invita a compartir vida estos días en que parece que las malas noticias se han dado vía libre para campar por la portadas de los periódicos. Abren los telediarios  y las radios la llevan con una constancia que no decae.

Ustedes están ahítos. No es cuestión de ser repetitivo pero con esa belleza de campo es un contrasentido que a algunas personas se les arrebate la vida y pasen a ‘recuerdos’. Descansa en paz, José María Íñigo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario