viernes, 9 de marzo de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Preludio


Llovió durante toda la noche. Amaneció entoldado, el cielo de color gris lejano. A veces,  se derramaba en gotas suaves, diminutas, casi imperceptibles; otras, escampaba, había charcos en el camino.

Se viste el campo de primavera. El campo aguarda y calla. Recibe el regalo del cielo y  espera. En su interior sabe que lo va a devolver con creces. Ya apunta, ya se viste de primavera.

Quedan aún algunos almendros retardíos en flor. Son como los últimos que resisten las cornadas postreras que da el invierno, como los toros mansos que nunca rematan pero siempre son un peligro, sin saberse por dónde pueden venir.

Están reventonas las yemas de la parra. Encierran un puñado de hojas. Se empujan unas a otras por salir y abrirse en pámpanos tiernos, en sarmientos largos, en capa de verde para sombrear cuando caliente el sol del mediodía.

Los ciruelos de la alberca todavía no tienen flores; tampoco se han vestido de mariposas blancas los membrillos; albaricoques y albérchigos están en la espera de su tiempo. Dentro de unos días recibirán una llamada en su puerta y, entonces, comienza una pugna  en un pulso desde la altura con el manto florido que cubrirá la tierra.

Una capa de estiércol abriga las almácigas de tomates y pimientos; están las pipas de calabaza en su abrigo terrenal, abrigadas y en espera de romper en cuanto reciban la voz de la madre naturaleza que les dirá que ya es el momento, que les ha llegado su hora.

Cantaba en el olivo un carbonerillo. Su canto iba de rama en rama,  por cierto, en los olivos ya se ve la trama que por San Juan será aceituna como pezoncillo adelantado y en la Virgen de agosto hará su encierro de aceite.

Trasmitía el carbonerillo su canto; respondían otros pájaros… Un mirlo lejano. Su silbo, una llamada a alguien que lo esperaba o un anuncio reafirmando su presencia. Cantaban también los chamarines. Un silabeo contantes que nunca rompe en un pentagramas de notas. Entre ellos se entienden.

Trasmite la radio noticias buenas. Dos magnates esperpénticos deciden hacer algo sicodélico. Van a hablar (no se sabe ni dónde ni cuándo); otras noticias no son tan buenas y cuentan  de lugares que están más cercanos. Sigue el carbonerillo con su canto. Hay quien se pierde este preludio de primavera…




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