jueves, 8 de febrero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora: En la otra acera


Acababa de bajarme del autobús a esa hora de la mañana en que ya no es temprano ni tampoco tarde. Ha hecho mucho frío durante toda la noche. Aún quedaban restos de la nevada en las umbrías, en algunos alcorques del parque, en las medianas.

Decía que me había bajado del 146 en la Plaza Manuel Becerra. Al sol se estaba a gusto; por las sombras  ese aire frío y penetrante que tiene Madrid se colaba entre la ropa. La cara helada y… Tomé Francisco Silvela adelante. Había coches que iban y venían. Están en período invernal los arbolillos que, en verano, dejan una pincelada verde en el asfalto.

Giré a la izquierda; crucé Ortega y Gasset y bajé por Padilla. Buscaba una librería de viejo. Con mi amigo Fulgencio tengo convenido que en cuanto me las anduviese por Madrid buscaría el Florilegio Latino de Rafael de Penagos, de 1962. Iba a tiro fijo; no estaba la liebre. O sea, no lo tenían en existencia.

La poca gente que había por la calle transitaba por la acera en la que daba el sol. De una frutería sale una señora con una cesta; de la panadería de la esquina un vaho caliente y reconfortante. No tienen estas panaderías modernas el olor de las panaderías de antes. Todo es sofisticado; todo es funcional. ¿El pan será también sintético?

Doblo la esquina en Conde de Peñalver. Entro en una cafetería americana. Me atienden como es norma en el personal de Madrid con toda la cortesía. Me ve que he entrado despistado…. ¿Usted, debe encontrarse extraño aquí verdad? Le digo que sí. Me explica el sistema cómo funcionan. Me sirve un café muy fuerte; me dejo más de medio.

Sigo calle adelante. Me sorprende un edificio. La curiosidad mató al gato. Cruzo a la otra acera. Es una iglesia. En la puerta leo: Nuestra Señora del Rosario de Filipinas. La arquitectura, brutalista; del nombre… Entro. Es un templo de hormigón por fuera y por dentro. Demasiado gris. Todo cemento. Es amplio, espacioso.

Me acuerdo de Martín Descalzo. “Un cura se confiesa”. Una iglesia de pueblo;  casi desierta; ésta, también. Solo unas muchas arrodilladas – aquí, sentadas – y una señora vieja… Me quedo en el fondo. Contemplo; observo, miro… Se estaba bien allí. Total si para hablar con Él… Salgo, de nuevo a la calle. Hace frío, sigo camino ¿adónde?





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