domingo, 25 de febrero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Morayma


Su nombre está ligado íntimamente al reino nazarí de Granada. Fue esposa de Boabdil último rey,  y por ende, ella, la última reina, con una vida triste y marcada por la tragedia desde muy pronto.

Era hija de Ali Atar – Aliatar – caudillo y alcaide de la ciudad de Loja, donde ella había nacido y muerto, cuando regresaba de la batalla de Lucena.  Al regresar de una de las múltiples escaramuzas que Boabdil sostuvo durante su reinado llega a la ciudad de Loja. Allí conoce a Morayma; se enamora, y se casa con ella.

A los pocos días de la boda, su suegro, Muley Hacen encarceló a Boabdil y a ella la confinó en uno de los cármenes  - huerto con flores y árboles frutales, donde dicen que escuchaba el canto de los pájaros y el rumor del agua, afirmando algunos que ese rumor se confundía con las lágrimas de la propia mujer desgraciada – de Granada.

Morayma tenía quince años. Su vida fue muy corta. Nació en 1467 y murió en 1493. Solo veintiséis años de vida. Tres hijos y varios destierros, además de sufrir el cautiverio de su marido en Porcuna, hoy Jaén, por orden del rey Fernando que es también quien lo deja en libertad bajo la promesa de fomentar la lucha entre su propia familia, o sea, su padre Muley Hacen y su tío el Zagal que residía en la Alcazaba de Málaga.

Morayma se ve privada de sus tres hijos, Aixa, Ahmed y Yusef.  Son dados en custodia, de hecho su Aixa se convertirá al cristianismo y entró en religión con el nombre de Sor Isabel de Granada.

Dicen de ella que era de ojos negros y grandes; muy agraciada con el pelo negro y de una belleza superior que cautivó  el corazón de Boabdil, que siempre estuvo entre dos mujeres, su madre, Aixa;  y ella, su mujer.

Tuvo un tesoro – con más de leyenda que de realidad – muy cantado por las crónicas cristianas de su tiempo. Parece que murió como consecuencias de un parto en la ciudad almeriense de Laujar de Andarax antes de partir para el destierro definitivo en Fez. Ella pidió que la enterrasen en Mondújar donde lo hicieron bajo el rito estricto musulmán según sus deseos de mujer muy religiosa.




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