martes, 12 de diciembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Hija de la Luz

Siracusa mira al mar; Siracusa está en la costa y es la más griega de todas las ciudades de la isla de Sicilia. Siracusa es una ciudad preciosa. Cuando yo estudiaba latín supimos que allí había un tirano, el “Tirano de Siracusa”. Se llamaba Dionisio y siempre anduvo de gresca con los vecinos de enfrente, los del otro lado del mar, los cartagineses. Eso fue casi quinientos años antes de Cristo.

Poco más de doscientos años después de Cristo en Siracusa nació una niña. Probablemente hija de Lucio por aquello de los romanos de poner el nombre del padre y de Eutiquia - ¡hay nombrecitos que se las traen – a la que dedicó su vida para cuidarla. También, dicen, que se la dedicó a Dios, consagrándose a la virginidad.

Ese comportamiento que le hizo rechazar a un pretendiente y su conversión al cristianismo la llevo a tener que hacer frente a una denuncia. Diocleciano era el emperador. Había decretado una persecución contra los cristianos; la Décima, y última de las censadas ‘oficialmente’.

La vida de Lucía es un embrollo de información al comienzo. Luego, en lo  esencial, coinciden griegos, siglo V;  latinos del VI al VII. Todo comienza a extenderse  y a partir de los siglos XVI y XVII los países nórdicos la tienen como la mucha virgen relacionada con la luz.

Santa Lucía es patrona de los invidentes. Según el martirologio griego fue ciega; el cristiano dice que le arrancaron los ojos y le traspasaron la garganta y que incluso así veía al tribunal que la condenaba y  hablaba ante ellos…

Su patronazgo se extiende, también, a muchas profesiones; tantas y tan dispares como escritores, fotógrafos, pobres, niños enfermos, de muchas ciudades, campesions, electricistas, modistas, chóferes, afiladores, cortadores, cristaleros, sastres y escritores ¿alguien da más?


Santa Lucía se celebra de manera especial en el norte de Europa. Se come y se bebe. Las niñas se viste de Lucía: “túnica blanca y velas en la cabeza”. También son hijas de la Luz. El refranero dicen que a partir de su festividad comienza a crecer la luz; hay, también, otro refrán más práctico: “Santa Lucía trece, el que no tenga leña perece”. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario