domingo, 12 de noviembre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Dios ha cambiado de Paraíso

Dios, que todo lo puede; que todo lo ve; que manda en todo, esta mañana se ha echado a dar un paseo por la Serranía y se ha recreado en su ‘otro’ paraíso. Dios, primero, se asomó a Ronda. Vio el balcón y las sierras de enfrente y se dejó caer poniendo unas pinceladas de nubes altas y perdidas para que se fuesen de su mano a ver cómo abría la mañana.

 Después dejó, como olvidada, una tarjeta al borde del camino. En este caso de la carretera. Había mucho tránsito de coches que venían de San Pedro, o sea, desde la costa hasta la ciudad donde Pedro Romero creó escuela y derrochó arte y esas cosas que solo los que tienen escuela propia dejan para que el aire se pierda entre los pitones y el lienzo de la capa y...

Un bosquejo de castaños otea el horizonte; al otro lado un indicador de carretera. Sobre un latón  de fondo ribeteado y  blanco, en letras negras: Parauta, Cartajima, Júzcar. Un poco más allá, solo un poco más adelante, otra desviación, ahora: Igualeja, Pujerra.

La carretera tiene un firme excelente; muchas curvas y la caliza entre aulagas y yerbas olorosas que llega al borde del asfalto. Algo así como si estuviesen preparando el Nacimiento que vendrán dentro de unos días. Un anuncio del Adviento que llama a la puerta.  Por uno de los precipicios se asoma Parauta…

Los castaños vestidos de oro viejo se muestran exuberantes. El Genal, en Igualeja, es el desborde interior de la Gracia de Dios. Nace de la roca viva; es una llamada desde lo más profundo a todos los que transitan por su vera. El río comienza a tomar cuerpo; el río baja con agua clara…

La carretera es un camino estrecho antes de llegar a Pujerra y luego cuando baja al río y sube hasta Júzcar – ¡lo que, a veces  hace la gente para llamar a otra gente, con todo lo que ellos tienen dentro¡ - y Faraján.


En Faraján el encuentro con el amigo. El rato de charla entrañable, el tiempo vuela.  ¿Por qué corre tanto el tiempo algunas veces? Esta semana se me ha escapado, precipitadamente, por  dos veces… Hay una sinfonía de fuga de Bach. La naturaleza plena; gracias, mi Señor…





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