domingo, 22 de octubre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Balita

Se fundó en 1911. En 1978, ya estaba formada nuestra tertulia de los sábados al mediodía en  La Balita, frente a la calle Erillas. En el recodo de la calle colgaban los cartelillos del cine. Yo fui  a la tertulia de la mano de Miguel Leandro.

Esa tertulia comenzó unos años antes, dos o tres, no muchos más. Nadie faltábamos ningún día. Los habituales éramos  Andrés Vázquez, don José Fernández, ‘el Teniente’, Periquito Rodríguez, Alfonso Gil Aranda, Miguel Bootello, Antonio Espíldora  y Miguel Leandro; luego, entraron, y salieron otros. Todos eran mayores que yo. A mí me sabía a algo diferente el estar sentado entre hombres todos más mayores.

La Balita cerró, en 1995 cuando murió Paco. Paco Pérez era hijo de Juan y la regentó desde la muerte de tío Gonzalo. Toda la familia había pasado según qué tiempo por detrás del mostrador. Era un café antiguo y con sabor. Tenía tres planos. Al primero – no estaba a ras de la calle - se subía tras salvar dos escalones; al de en medio, después de tres,  y para el patio, todavía había uno más…

El mostrador era muy alto; de madera. En una esquina estaba la máquina de café. El mejor café según los entendidos, conjuntamente con el de Salvador, que se hacía el pueblo. Un espejo, al fondo, daba profundidad al bar.

Paco siempre estaba detrás del mostrador. Paco tenía gafas con los cristales gruesos como consecuencia de la miopía; Paco, soltero,  murió joven. Los camareros atendía a la clientela por fuera. La cocina la llevaban Encarna y María; María era la madre de Paco. Encarna tenía la cara redonda; María, enjuta, delgada y de nariz afilada. Encarna y María eran cuñadas. Hacían la mejor coliflor rebozada que he comido nunca…

La Balita tenía otros públicos. Por las noches, a su puerta, acudían los hombres. Buscaban el jornal del día siguiente. Allí, tomaban café, un ‘ponche’  - que era café con ron quemado, y que solo se hacía en La Balita – y los manijeros seleccionaban el personal que necesitaban para el día siguiente.


 De la tertulia, solo quedamos  Miguel Leandro y yo… Huérfanos, desde que se cerró,  hemos deambulado por otros sitios. Nos seguimos reuniendo cada sábado del año…




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