martes, 15 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A partir de mañana...

El campo tenía su calendario propio. Unas veces lo marcaba la luna; otras, el devenir de las fiestas religiosas a las que se les daban dos sentidos, el propio de la festividad, y el que conllevaba empuñar la mancera del arado de cada día.

La Virgen de agosto cerraba el ciclo que va de Virgen a Virgen. Del Carmen, a la Asunción. Una, marinera, Virgen de la mar, y de la gente del rebalaje; gente con surcos en la cara y las manos endurecidas. La otra, de tierra adentro. No es menos duro el hombre tostado de solo a sol, ve viento a viento, de lluvia a lluvia, de amaneceres con el alba que rompe el lubricán y de anochecidas largas.

A partir de mañana, cuando yo era niño,  se abría la media veda de la paloma, codorniz y la tórtola. El campo desde muy temprano era un tiroteo constante. Los cazadores apostados en las cercanías de los pozos, en las charcas sobrevivientes en los ancones del arroyo, en el aguadero al que se acercaban a beber.

Se comenzaban a ‘guardar’ los suelos porque decían los viejos que de la Virgen hacia arriba la aceituna ya tenía aceite. Las cabras buscaban los pastos agostados en los rastrojos y no podían carear en los olivares.

Los primales habían terminado las granzas de la era. Se apartaban los que irían  a la ceba. Desde ahora hasta San Martín la alimentación se incrementaba; los otros seguían  en el campo. Iban a cebaderos aparte. No se mezclaban ya con los  hermanos de camada y se abría un ciclo que terminaba con molienda de maíz y garbanzos negros.

El maíz llega a su final. La mazorca, por la noches, en reunión de vecindad, quedaban si el sayo. Luego, al secadero del cascarero. Espacio abierto por el que entraba el aire, y cubierto para que las lluvias no las mojasen,  las secaba, convenientemente, después, vendrían a ocupar su sitio en granero compartido con el trigo, la cebada, los garbanzos…


Cada mañana se le daba un repaso a la higuera. Los higos, al pasero; los malucados para alimento del  ganado, amasado con afrecho. Los buenos tenían otro destino: el serete o la telera con granitos de matalahúga, y una pipa de almendra… O, tras mucho rehervir en el perol, espumado y concentrado, el arrope para las gachas y las migas los días de lluvia…. ¿Mojo?

Resultado de imagen de tortolas bebiendo

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