lunes, 28 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Puertas al campo

 Cuando alguien en mi pueblo es un poquito atravesado, dicen que “tropieza en lo barrido”.  Algo de eso hay ahora. Mucha resaca de la experiencia tan negra que nos vino desde Barcelona, de la manifestación de después y de las aprobaciones de hoy. Hay rabia; impotencia. Todo es controversia. Quien opina que lo han bordado, y quien dice, lo contrario.

La polémica surge por muchas cosas. Tras aquel atentado de  Navidad en Berlín aconsejaron poner bolardos en las vías de mucho público.  Calles como pasteles para los golosos de la barbarie y de la sangre, de la sangre de otros, claro, y donde encuentran lo que  busca
Algunos dirigentes, por llevar la contraria, no saben ni qué decir ni qué hacer. Claman por la notoriedad.  No se pueden vallar todos los paseos de todas las ciudades; buscarían otros lugares. Seguirían como aquel Benedicto que no era catalán sino de un poquito más abajo y que se mantuvo  en sus trece.

No es posible poner puertas al campo ni que el guarro no vuelque la pila. Lo dice el refrán: “hasta que el guarro no vuelca la pila, no es guarro”. Es fea, muy fea la expresión y la manera de comportarse, también. Solo hay que ver los telediarios o leer los periódicos o escuchar a la gente que habla y cuenta lo que otros dicen…

Algunos acaban de rizar el rizo. Se aprueban (¿?) leyes para que nos duela la cabeza a casi todos. A ellos, aunque no piensen puede que también les duela. No sé; un desconcierto.
¡Hay cada barbaridad por ahí suelta que Dios tirita! Yo pienso que la gente no puede tener ese nivel tan bajo. Por Dios que no. Pienso que es un afán de estar en todo, de defender lo indefendible, de querer que se hable de ellos y de todo lo que les concierne, y en el que pretenden implicar a medio mundo y a la otra parte.  No puede haber tanto descerebrado suelto por esas calles.


No le pongamos vallas al campo. Es un imposible. Los bolardos de hormigón están feos.  Si se ponen jardineras con flores y árboles y semilleros de belleza en medio de las ciudades la cosa puede ser distinta. Y ¿si ponemos bolardos de cordura en algunas mentes? Hay un problema, un problema gordo: eso no se vende en la botica.

Resultado de imagen de bolardos con arboles

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