viernes, 18 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Miguitas de ternura...

En la huerta, frente a la casa, reina la tranquilidad. Todo está en calma; hay un dejo de amargura. De vez en cuando la brisa mueve las copas más altas de los cipreses y da sensación de pesadez, de horas de siesta prolongada que no se acaba.

Las higueras están en madurez. Por el camino de la alberca sube un perro. Busca el fresco del agua que cae por el caño del aliviadero. Una nube de tabarros vuela de manera anárquica. Se acercan a beber. Se posan un momento; luego, levantan el vuelo. Se van a alguna parte.

Huelen las altavacas del borde de la tajea. Están frondosas. Son olorosas y en este tiempo del verano están en todo su esplendor de desarrollo. Tiene presta la floración de flores amarillas y vistosas. Vendrán insectos. Algunos quedarán atrapados en sus hojas viscosas y pegajosas.

Por el borde de la huerta corre el arroyo de El Sabinal. En este tiempo de estío va seco. En sus orillas crecen adelfas y juncias. El arroyo tiene apariencia engañosa. En los meses de otoño cuando se presentan las gotas frías es temible. Un vez alcanzó tanta altura que se llevó la vía del tren…

El derrame de las albercas del partido de la Dehesa de Flores hace que algunas mañanas con las primeras luces del día corra un hilo de agua. Algunas veces acuden a beber las bisbitas. Debajo del puente de la vía – ferrocarril Córdoba-Málaga – anida todos los años una pareja de lavanderas. Este año como no ha llovido las lavanderas han buscado otro brocal para hacer su nido…

La conmoción no cesa. Barcelona, y Cambrils, y Alcanar, y… todo está muy cerca. Tan cerca que a los muertos del otro lado del mar azul le ponemos un par de ceros detrás, a la derecha y hasta nos podemos quedar cortos…


Por la huerta revolotean las mariposas. Se va la tarde… Las lomas de Virote aguardan un aguacero tempranero. Los olivos piden agua. Están dobladas las ramas por el peso de la aceituna que, poco a poco, toma cuerpo. En España hay mucha gente que pide algo de cordura. Un poco, ni mucha ni poca, la suficiente para poder vivir cada día sin sobresaltos. ¿Es un imposible? Con solo una ‘miguita de ternura’ por parte de cada uno seguro que todo esto cambiaba…


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