sábado, 12 de agosto de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Teresa Herrera

Era mujer, huérfana y pobre; tuvo una vida longeva. En el tiempo de su existencia se daban  todos los condicionantes para dejarse llevar por los vientos contrarios en una vida que no debió presentársele nada fácil desde sus primeros  años de la infancia.

Teresa Margarita Herrera y Pedrosa (en algunos documentos aparece el apellido Posada), nació en la ciudad de La Coruña, calle de La Cordonería.  La ciudad, entonces, a principios del siglo XVIII era un pueblo de poco más de doce mil habitantes. Quedó huérfana cuando contaba cuatro años de edad; en su casa había nueve hermanos más. Bocas en un tiempo a las que había que sacar adelante cuando la penuria y la carestía eran grandes.

Muy joven abandonó el hogar materno. No quiere ser una carga más para su madre. Entró a buscarse la vida “honradamente con sus habilidades”. Muy joven, muere también su madre  que revoca un testamento anterior y la deja depositaria de todos los bienes;  se hace cargo de todos sus hermanos. Todos ya habían muerto a causa de enfermedades habiendo solo do supervivientes y entre ellas, una hermana, María Josefa, con serios problemas psíquicos.

Teresa es una mujer profundamente religiosa. Acude a sus rezos diarios a la parroquia cercana. La superchería y la mala condición humana  ve en ella una mujer ‘embrujada’.  El pueblo la bautiza como “Teresa de los demonios”. Tiene un comportamiento muy atípico, acude cada día, caminando de rodilla a los oficios del templo y en su casa da acogida a mujeres enfermas, necesitadas y pobres.


La mueve sus ideales filantrópicos. Sueña con hacer un hospital. El año 1789 dona todos sus bienes a la Congregación de la Virgen de los Dolores. Quiere construir un centro de beneficencia para todas las personas necesitadas. Lo va a llamar ‘Los Dolores’. En 1791 ella misma  pone la primera piedra pero no verá el final de las obras.

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