miércoles, 5 de julio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Angustia

Los fuegos, dijo alguien, se apagan en Navidad, y si el tiempo está de agua y no deja, entonces, en primavera. Lo que venga después ya puede ser tarde, y luego, pasa lo que pasa. O sea, lamentaciones y disparates.

A Huelva le ha ‘tocado’ la lotería dos veces en lo que va de verano. Primero Moguer; ahora, la zona de Riotinto.  Una parte de la sierra arde inmisericordemente. Unos que si la mano del hombre; otros, que si una casualidad. Miles de hectáreas quemadas. Dicen que, incluso, algunas de las repobladas en el penúltimo incendio.

 La gente desesperada. No sé qué pensarán  ustedes.  A mí me sobran algunos políticos. Chupan  cámara; estrenan chalecos ignífugos aún con las rayas de doblez de fábrica.  Pléyade de moscones delante de los reporteros. Y digo yo, ¿por qué no tienen en la mano aunque sea una chapulina o una manguera y colaboran un ratito con los que se están jugando la vida? No hace falta la respuesta. La conocemos todos.

Faltan expertos. Los que explican y hablan de lo que saben y saben lo que hablan.  Del porqué pasan las cosas y del cómo se pueden evitar. De lo que hay qué hacer en ese momento, y el día después.

Hay un ‘inri’ más. Un político, en este caso de la comunidad valenciana, ante el incendio de la Sierra Calderona ha venido poco menos que a regañar al público y ha dicho que a ver que nos creemos y pensamos que el monte puede estar como un jardín.

Éste, además de tomarnos por ilusos, intenta tomarnos el pelo. Pues hombre, claro que sabemos de eso, y muchas otras cosas más, pero hay momentos en que quien queda con las posaderas al aire es usted.

Una señora de la zona de la sierra, de la nuestra, angustiada, hablaba el otro día de la situación vivida. Las llamas habían estado a la puerta de su casa…

No sé si habrá que volver a la ganadería extensiva controlada; no sé si  a un endurecimiento de penas para los  salvajes que prenden fuego; no sé… Se impone una mesa de conocedores – el diccionario les da su nombre -  y gente del lugar que aman y  sienten  la tierra y, entre ellos, que decidan. Ah, y por favor, algunos políticos, pues eso…



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