miércoles, 21 de junio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Insectos

Con eso de las calores parece que se han venido todos a porfía. A los bichillos chicos les gusta  las temperaturas altas. Moscas, abejas, tabarros, mosquitos, zapateros, arañas… todos están,  a porfía, -como los niños que llevaban flores al Mes de María, ¿se acuerdan? – a ver quién sobresale de todos los demás.

Las moscas son las que menos extrañan. Vamos, que toman posesión como si fuese, de verdad, su casa. Las moscas no saben lo pesadas que son. O a lo mejor sí lo saben y hacen como los políticos de tercera división que por un sillón aparentan y dan lo que no tienen. Las moscas, cuando no tienen otra cosa mejor que hacer se quedan flotando en el aire pensando a  cómo pueden incordiar más.

Esta mañana, temprano, casi con los primeros rayos del sol, -celebraban la entrada de verano - las abejas ya libaban en las flores abiertas de la pasiflora. Las abejas van a lo suyo. O sea, hacen su trabajo casi en silencio. A lo sumo, un zumbar, cuando van grupo, anuncian de su presencia. Las abejas tienen un montón de enemigos: los abejarucos, los primeros; luego, los pesticidas.

En el pilar del pozo pasan sus horas más largas lo tabarros. Aprovechan esos pequeños charcos que quedan como residuales. Vienen, se posan en el filo del agua y beben. En todos los pilares de todos los pozos siempre hay un puñado de tabarros apropiándose y sirviéndose del agua que sacaron, fresca y profunda, para otros avíos.

Las arañas son diminutas. Quieren pasar desapercibidas pero como que no. Y, pican y dejan un retortero que mancha la piel, además del inoportuno dolor y picor. Las arañas están en todo su apogeo, como lo están las garrapatas entre las yerbas secas del camino y se adhieren a los perros y… bueno, ya saben lo que siguen.

Los que sí están en su ambiente son los zapateros. Verán, justo en el paso de la alcantarilla de la acequia un puñado de zapaterillos nadaban contra la corriente del agua. Estaban haciendo un esfuerzo titánico. El agua se los llevaba y ellos con impulsos secos, otra vez venían a recuperar el espacio perdido… El verano, ha traído calor plastoso como si hubiesen dejado abierta la puerta del infierno y una ensarta de insectos que lo hacen más insoportable todavía…


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