domingo, 12 de marzo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pueblo de entonces

El pueblo tenía su pequeño comercio. A los niños nos parecían muy grandes, pero eran pequeños; muy pequeños. Panaderías, tiendas de tejidos, carnicerías, fraguas,  dos drogueros, un puñado de barberías, zapaterías de maestros artesanos, carpinterías… y tabernas, muchas tabernas.

Las tahonas abrían temprano. Antes que apuntase el día. Olían a pan caliente, a retama de caldeo y a aulagas. Las bestias descargaban, la tarde antes en las puertas, y la calle era un aroma a campo...
Las tiendas de tejidos anunciaban, sobre el dintel, con un letrero: Cofecciones. Las piezas de tela se desplegaban sobre el mostrador; los dependientes eran muy hábiles – algunos para sisar centímetros -  en el manejo del metro largo de madera.

En la calle Toro había una fragua y  en el Camino Nuevo, en la Cancula, en el Camino de la estación… Tenían encanto; misterio. Las chispas saltaban con el empuje del fuelle. El tintineo del martillo sobre el yunque era un carillón de hierro y fuego; el hierro incandescente  hervía al enfriarse en el agua…

A mí me hacía los zapatos – bueno, eran unas botas de piel de becerro y suela de camión que no se rompían nunca – el Maestro.  Se llamaba Pepe Blanco. Para nosotros, ‘el Maestro’. Vivía en la Callejuela. Con él trabajaban, en mesas individuales, su hijo Rafael; Felipe que era el padre de Paco pero todos lo conocían por Currichi, Diego Laínez… Era gente buena;  muy buena.

Los hombres iban a ‘arreglarse’ a las barberías. (A los niños nos pelaban) La maquinilla, a veces, se atrancaba; ¡daba unos tirones…! A algunas barberías se les conocía por el apodo de los maestros: Paquirri; Salmorejo; Remolinos.  Otras tenían el nombre del dueño: Joaquinito; Andresito (que era un hombre mayor pero seguían llamándole ‘Andresito’); Pedro; Cristóbal Lobato; o por el apellido: Zafra…


Los niños íbamos a las carpinterías por serrín cuando se acercaba la Navidad. La anilina hacía milagros. Las virutas de madera eran praderas verdes donde pastaban ovejas y araban los gañanes y por donde cruzaba un río de papel del plata que envolvía el chocolate de Pablito; de Guidú; de Lería; de Torreblanca; de Juanico, el de Bonela; o en casa de Paca, ‘la de las Caballerías’…

La imagen puede contener: una o varias personas, personas de pie, planta y exterior

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