martes, 21 de marzo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Él

De pronto ha dejado de ser niño malo. El mar ha estado unos días como los niños malos, revoltoso;  inquieto. Ha roto el jarrón de porcelana de Sèvres. Le han regañado pero él, songo,  a lo suyo. No les ha importado nada.

 El mar la ha liado en algunas playas cercanas. Se ha llevado lo que es suyo; ha devuelto lo que no quería.  Las playas son un revuelto de cañas, troncos de árboles, ramas; plásticos, chapas; latones… El naufragio los dejó sobre la arena.

Le hemos perdido el respeto a muchas cosas; al mar, también. Se edifica en la lengua de playa. Desde la ventana del dormitorio hay que escuchar el rumor sordo que va y viene. Es el canto de las olas, opaco, monótono, constante… Es la afirmación de saber que él, el mar, está ahí.

La tarde se ha entolado por la parte de tierra; el sol busca  cobijo detrás de las nubes; se dibujan, difuminadas, montañas lejanas. Ya duermen las playas largas de arena cernida de granos redondeados,  diminutos, modelado por la erosión;  se acerca la noche. Dentro de un rato las traíñas siembran de luces esa inmensa quietud en movimiento.  El bamboleo de las olas,  su mecido…

En algún sitio hay encendida una luz. La encienden a su Virgen. Ella puede echar una mano en la pesca; en la tempestad que no avisa y aparece; en la zozobra que trae el pez grande, a modo de crucero, que desplaza un rebufo que mueve las barcas pequeñas.

El mar se aleja inmenso, tenebroso, oscuro, preocupante para los que somos de tierra adentro. La noche es su aliada. Hombres anónimos echan las redes, una, dos, muchas veces. Cuando llegue el alba enfilan  al embarcadero. Los pescadores de bajura no se alejan mucho. Bueno, ni mucho ni poco; lo preciso. Ellos saben qué va a hacer y cómo se va comportar el tiempo, y en qué momento puede cambiar y, entonces…


Las gaviotas a estas horas ya han buscado el saliente del acantilado;  lo conocen; mañana, cuando claree sobrevolarán el arrastre de las redes; otros han pescado para ellas durante toda la noche. Y, luego, como en el cuadro de Sorolla, alguien dirá que el pescado es caro.
La imagen puede contener: océano, cielo, nube, exterior, naturaleza y agua

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