viernes, 26 de agosto de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mañana viene...

Mañana; mañana viene. Será casi al alba. Como cada año gente a pie y caballistas irán por Ella hasta su santuario. Luego, caminar continuo y romero; cantos. Paradas intermitentes; renovación de hombros de  mujeres bajo los varales, porque las andas de la Virgen de Flores  la sostienen, como a tantas cosas en la vida,  las mujeres sobre sus hombros. Agosto dice que el verano ya da boqueadas de final.

Mañana; mañana viene. El sol apunta, al rayar el día, por los cerros de enfrente. O sea, por el Cerro de la Farola. Tierra de Lagares. El sol viene de Oriente pone sus rayos dorados sobre las campiñas de rastrojos lambidos por el ganado, sobre las huertas de verdor intenso, sobre el río, hilo de plata vieja que busca la mar.

No siempre fue así. La devoción sí; la traída no. Cambió de fecha, de días, de acondicionamiento. Mandaron siempre los tiempos. Solo dos cosas permanecieron inamovibles: la Virgen y el cariño de la gente.

Hace más de quinientos años que Álora le reza a la Virgen de Flores. Vino de la mano de gente de Encinasola,  casi en los confines de lo que por aquel entonces era Reino de Sevilla. El Múrtiga y, al otro lado, Portugal. Tierras de dehesas y encinares: “A orillas de la Ribera / está la Virgen de Flores…”

Tiempos de conquista y de guerra entre los hombres; tiempos de desencuentros y esa manera de solucionar los conflictos con la espada en la mano y la cruz en la otra. Los Reyes Católicos habían emprendido el final de la Guerra de Granada; finales del siglo XV...

En Álora la entronizan en una ermita pequeña, diminuta, primero; luego, en un santuario soberbio con vistas espléndidas sobre el río Guadalhorce que viene de lejos, que pregona poderío y rompe calizas. El río se rinde y deja tributo en el Mediterráneo entre meandros y tierras ricas en limos.


La Virgen de Flores permanecerá en el pueblo unos días, desde el último o penúltimo –según pida el calendario - domingo de agosto hasta el domingo inmediatamente posterior al ocho de septiembre. En romería, entre cantos, palmas y el calor propio de estío, los romeros la dejarán de nuevo, en su santuario. Un año más…; mañana, mañana viene.

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