martes, 12 de abril de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Primavera

Se ha vestido el campo como las niñas quinceñas para ir a la fiesta. O sea, de nuevo. Tiene sus mejores galas. Un manto verde y un cielo azul con pespunteo de nubes blancas y, por en medio, un río de agua clara que viene de dónde solo ella sabe y va donde quiere.

La tarde invita a echar un rato con San Juan de la Cruz. Y es el momento de preguntar por todas aquellas cosas que preguntaba el fraile que hablaba con la Naturaleza - o Dios, que es lo mismo - con la inquietud de quien busca y busca y sabe que lo tiene al alcance de la mano y...

Me asombra cómo pudo escribir este hombre unos versos tan bellos, sin papel ni lápiz, encerrado en el sótano de una cárcel de Toledo. Me asombra cómo la retentiva de su cerebro pudo conservarlos tanto tiempo dentro. A lo mejor es que él llevaba la poesía como llevaba el hábito, es decir, puesto.

Resuenan y ¡miren que todos los años vienen una tras otras las estaciones! esas respuestas de "mil gracias derramando..." y lo que sigue después, y que sabemos a fuer de repetirlos, y que pasó con presura, y que con sola su mirada los dejó vestidos de su hermosura...

El campo está precioso. Las encinas, cuajadas de bellotillas tiernas que ahora no son más que una esperanza apuntando en sus ramas. Los olivos tienen toda la trama encima. Dentro de unos meses serán ungüento divino y dorado.

Se ha vestido la parra de pámpanos. Tiernos, delicados, sutiles. Ya apuntan algunos racimos. Muy pronto serán altar de Corpus. Compartirán sitio con espigas de trigo nuevo: "el vino y el pan". Cuerpo y Sangre de un Cristo que sigue viajando en barcos de refugiados devueltos. ¡Puñetera vida!

"Las montañas..., los valles silenciosos..., los ríos sonoros". Seguía Juan de Yepes en esos diálogos entre Amada y Amado y, entorno los ojos y dejo que pase el tiempo y siento la luz dorada que traspone y la noche que llega y...

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