martes, 22 de marzo de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Demencial

Ya se habían recogido las palomas de Picasso en las palmeras del parque;  las gaviotas en los roquedos de la Cala del Moral. Ya habían buscado cobijo las golondrinas en los aleros de la torre de la catedral. Ya había sonado, lejos, muy lejos, en la Bahía el último toque de sirena del ‘melillero’ que se despedía del rebufo de olas en la playa.

De la mar cercana subía la brisa. Y, de pronto, la brisa se heló. Por las comisuras de los labios del viento corrió un hilo salado y caliente como siempre corre la sangre cuando por dentro van el dolor que sembró el odio.

Era… el final de un partido de fútbol. Navajas en la oscuridad de la noche. Puñaladas certeras. A esa parte del cuerpo donde dicen que nace el amor, es decir al corazón. El destino, ¡miren por dónde! quiere que la cuchilla afilada y limpia se quede a un centímetro. Qué grande es un centímetro algunas veces.

Ustedes ya tendrán información. Un partido tan trascendente, con tanto en juego, tan fuera de lo común como un ascenso en la Tercera….andaluza. ¡Ya te jode! Y, encima el ganador, con la cobardía propia de la gente de esa calaña, en equipo con otros, ataca al adversario de esa manera.

Entre los agredidos está su segundo entrenador que intentó mediar en la reyerta. Vamos. Esto no tiene nombre.  La Policía los busca. Uno se ha entregado al medios día; dice la radio que tiene veinte años; el otro está huido. Valiente, él ha puesto tierra de por medio y andará regodeándose en la hazaña si no es que está corroído por dentro cuando piense - ¿esta gente pensará? – lo que han hecho.


Cuando escribo estas líneas vienen noticias de los atentados de Bruselas. Demencial. El diccionario se queda sin palabras. Está claro que hemos perdido el norte. Bueno, los otros puntos cardinales, también. Algo, o muchos ‘algo’ estamos haciendo mal, demasiado mal para recoger esta cosecha. Demencial.

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