martes, 29 de marzo de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora

Con las primeras luces del día…, bueno, con las primeras, no. El sol ya estaba alto. Hacía un rato que había subido por el horizonte. Abajo, quedaban Los Lagares con almendros salpicados, olivos apuntando trama y algunos algarrobos que había sobrevivido a los años de sequía y a otros donde el agua había corrido más de la cuenta.

El río seguía su curso. El río abre la roca caliza de la Sierra del Valle y luego serpentea. Riza ese rizo que los que saben de geografía llaman meandros y busca el mar entre las huertas frondosas, verdes, salpicadas de casas blancas  como echadas a voleo.

Los niños enfilaron la carretera de Flores. Conforme se pasa por la Fuente de la Manía por la carretera que va por la izquierda. Hay dos más, una baja a la Estación; la otra, lleva como para la parte de El Chorro, por Los Llanos, Las Mellizas, Caracuel, Bermejo, Bombichar…

En la curva de Leonor dejan atrás, la última vista del pueblo. La carretera arranca en cuesta. A un lado, la bodega que hicieron los hijos de Pepe Pérez en lo que era el almacén donde su padre ‘tomaba’ aceitunas; al otro, el crecimiento de edificios nuevos y feos como ahora crecen los pueblos.

El Quebraero sigue en su sitio. El Quebraero está escondido, debajo del árbol grande y entre malezas de zarza y carrizos. En la Fuente de la Higuera se refrescaron. Pasan el caserío; suben por el carril terrizo que bordea El Hacho.

Las vistas, espléndidas. Se abre el paisaje. Pasaron cerca de la encina dulce. Coronaron el puerto. Ya arriba, aire puro, sol y cansancio. Procesionarias del pino; olor a romero, a matagallos, a cantueso, a campo que despierta a  primavera.

Como una cuerda, o sea, estirados llegaron a la cruz. Armaron los artilugios y dieron comienzo a la faena: pintar la cruz. Casi lo consiguen. ¿La culpa? La caña era corta, solo un pelín corta…


Retorno. En la Fuente de la Higuera – bueno en la fuente, no; en el  restaurante, junto a la fuente, reponen fuerzas -. Solo hay un pequeño salto. Entre los niños de entonces  - revoltijo de recuerdos en esta mañana entoldada - y los de hoy, únicamente, han pasado cincuenta años, año más o año menos….

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